27-12-02
Se hizo la realidad. ¡Loada sea Prisa! Aunque hoy
convenga comenzar por el final, donde Millás describe el vacío como símbolo de
la modernidad. “ ‘Da pena abrirlo’, ésta es la expresión que más se oye en la actualidad cuando alguien recibe un
regalo. Toda la realidad tiene ya algo de envoltorio, lo que en estas fechas
tan señaladas se nota más que nunca.” Eso es lo que le ha pasado a Clonista
cuando ha recibido su realidad prensada a cambio del euro inflacionario que
cuesta: le da pena abrirla. Sobre todo porque, a muy poquitos días del
tricentésimo sexagésimo quinto día de su aventura, va a ser muy difícil que,
abierto el envoltorio, algo sea capaz de sorprenderle. Todo es tan vacío como
el “equipaje científico” de la excursión espacial que el goppierno va a regalarle
a Pedro Duque. Los ataques en tromba contra la realidad siguen marcando la
agenda política del goppierno. Se reúne
el PP para afrontar la crisis del Prestige
y, condicionados verbalmente, salen de la reunión con una conclusión de
prestidigitadores de pacotilla: leña a los presos de ETA, y que cumplan
íntegras las condenas, o asín…, aunque las asociaciones de juristas señalan que
eso ya está previsto en la legislación vigente: fuegos de artificio, típicas
cortinas de humo, pues, o maniobras de distracción, si han sido apadrinadas por
Trillo. De Galicia, sin embargo, nada se supo, salvo que quizá repartieran
pinchos de mejillones durante el cónclave en acto de solidaridad, porque Fraga
ya no está para demostraciones como la de Palomares, y el caudillito ya se sabe
que no va a hacer demagogia con las fotografías, que eso debe de quedar para el
Rey y el Príncipe, que no tienen tan claro el porvenir laboral como él, qué
coño. Clonista espera, ansioso, la cartita publicitaria que el PP va a
enviarle, y en la que pone a caldo a la oposición, que es quien gobierna, ¿o
no? La pregunta pertinente, de ecónomo, es: ¿por cuánto saldrá ese buzoneo? ¿O
acaso entrará en los imaginativos artificios contables con que se saldan las
cuentas de los gastos electorales? La primera regla elemental de la demagogia
quizás obliga a preguntarse si no sería más adecuado invertir esos gastos en
material para luchar contra la marea de chapapote. Acabada la Navidad,
bienvenida la normalidad: nueve palestinos asesinados por el ejército israelí,
aunque el titulador de El País se los
adjudica al día. Las tropas acaban
con la tregua en “un día que se cobró nueve muertos.” Es que allí los días son
muy violentos, demasiado. El 1 de enero próximo, cuando Clonista haya entrado
en un aislamiento estilita, aunque no buñuelesco, Lula tomará posesión de su
esperanza, pero desde una semana antes comienza, con buen criterio, a preparar
la reelección, pues no en balde señala que la “herencia” que va a recibir es
bastante peor de lo que se pensaba. Javier Pérez Royo, cuya inquina razonada
contra el goppierno comparte Clonista, distingue entre el miedo a perder las
elecciones que padece el goppierno y el pánico a lo mismo. El primero le parece
saludable en una democracia. El segundo “puede convertirse en un reflejo
antidemocrático” y “me temo que en esas estamos”, en el predominio del juego sucio al que no le
importa llevarse el sistema por delante. El ayuntamiento de Barcelona ha
decidido editar un libro en el que se narra la vida de un luchador
antifranquista, Manuel Martínez, al que la profesionalización de la política ha
arrumbado en el gueto de las luchas vecinales, ¡tan indispensables!: una vida
ejemplar, se mire por donde se mire: un héroe de nuestro tiempo, aunque no haya
sido la suya una vida triunfal. ¡Cuántas vidas como la suya no serán nunca, no
ya reconocidas, sino simplemente conocidas! En medio de tantas desdichas, Aznar
preside un acto de reparación cultural: el inicio de la rehabilitación de la
sede de la Institución Libre de Enseñanza. Poco le llegó a él de aquella nueva
pedagogía y de aquel espíritu liberal, pero ha de reconocérsele el detalle de
no haber empantanado, aunque igual es lo único, los esfuerzos emprendidos por
los gobiernos de Felipe González en pro de la recuperación de una parte
importante de la historia cultural española. Dicho queda. José Suárez Carreño
ha muerto. Clonista ha leído sus títulos de crédito, escritor y luchador por la
democracia, y ha seguido leyendo hasta descubrir lo que quizás sea una más
entre sus muchas lagunas formativas. En 1955, su novela Proceso personal perdió el reconocido Premio de la Crítica ante La Catira, de Cela, aunque en la época
se valoraba más la novela de Carreño. Clonista acaba de comprometer una lectura
inmediata, si es capaz de encontrar la novela, claro, porque en las librerías
de nuestros días, como en los museos que denuncia Millás, no hay fondo, esto
es, nada se retiene más allá de los pocos meses que duran las viejísimas
novedades sobre los estantes privilegiados. Mientras, en Portugal luchan contra
el déficit a golpe de despidos en el sector público, hasta 40.000 nuevos
cesantes habrá en los próximos cuatro años, en los tiempos preelectorales
españoles que se viven, la política para matar el rato de Cascos consiste en aumentar
la plantilla fija de Correos en 6000 nuevos empleados, que eran temporales. ¿No
se debería vivir en estado electoral permanente? Pues se debería, sí.
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