sábado, 24 de octubre de 2015

21-8-02

     Es evidente que en la realidad prensada el orden de los factores sí que altera el producto. Y lo hace hasta desfigurarlo y volverlo irreconocible. La jerarquía lo es todo para la realidad prensada, y cualquier mínima alteración del orden puede acabar dando al traste incluso con el emisor, quien de ileso –y a veces bastante iluso– creador de la realidad pasa a ser víctima de su propia depredación creativa. El hábito del orden riguroso de los compartimentos estancoseccionados acaba interiorizándose de tal modo que, sea por comodidad o por servil obediencia de Clonista –un ser ¿inevitablemente? inferiorizado, en relación con la superioridad divina del génesis cotidiano al que asiste como atrevido escoliasta–, éste descubre, a disgusto, su rastrera actitud. Hoy, con un atrevimiento que nada tiene que ver con la tempranísima hora en que despliega la plica de su afán aventurero, Clonista se adentra en la noche oscura de la realidad prensada y extrae de ella una entrevista mal ubicada en la Revista de Agosto, aun cuando se haya querido banalizarla exhibiéndola bajo el rótulo paternalista de Nuevos Talentos. Serge Halim es el nombre del, al parecer, vitriólico acusador de la creación de una clase periodística que habría nacido como respuesta a las necesidades de la clase política y el poder económico y que actuaría como un lacayo obediente al que se le distingue con una interesada concesión de autonomía de pensamiento y obra que, mientras cumpla la función para la que ha nacido, le permite creer en la ficción de su libertad, de su independencia. Por estos lares esa función –que no deja de pertenecer también al sistema, pues actúa casi como elemento de falsación– la cumpliría Arcadi Espada, debelador del periodismo amarillento y sensacionalista que se erige, como viene Clonista insistiendo en ello, en creador de la realidad, más que en su estendhaliano espejo. Halim arremete con fundamento y agresividad contra unas empresas periodísticas creadas sobre la censura, la facción –y la ficción–, y más atentas al negocio que a la posible verdad “que está ahí fuera.” Como le ocurre a cualquier moralista bienintencionado –y con ese desagradable puntito clerical que tienen todos cuantos ejercen de savonarolas– no deja de haber, en el discurso de Salim, algunas obviedades y simplicidades que deben de ser producto del angosto espacio en que ha de desarrollar su pensamiento. El titular, por ejemplo –que no es el que él a buen seguro hubiera escogido–: “La prensa siempre elige lo interesante sobre lo importante”, ¿qué mediterráneo mal traducido es? El entrevistador incluye la deleznable expresión “tomar muchos riesgos” que la inverosímil creatividad lingüísticosurrealista del periodismo deportivo, sobre todo el futbófilo, está consiguiendo incrustar en el idioma castellano a coces desgañaitadas. Clonista, a pesar de las simplicidades mencionadas, y sabiendo que vivimos en un mundo marcado por el dinero y el comercio, que leído fuera de contexto no se sabe si se refiere a los fenicios, la ruta de la seda o la revolución industrial, está contento de haber abierto su realidad con el señor Halim, reacio a confesar su edad y a dejarse fotografiar, quizás porque intuía él su futura condición de producto bazaragosteño. Ahí queda. En el orden natural de la realidad prensada, la cara y los ojos del diario traen dos noticias relacionadas estrechamente entre sí. Ambas tienen que ver con el terrorismo. En una, GarZón de ida se lanza a suspender a divinis a B por su “integración aparente” en ETA, y en la otra, los prisioneros alqaedienses alojados en Guantánamo se convierten en alqobayas de las autoridades usamericanas en su lucha contra el terrorismo al tiempo que intentan suicidarse por cuatro métodos desesperados: comer las propias heces, ahorcarse con toallas, darse de cabezazos contra las paredes y cortarse las venas con cubiertos de plástico. Eso sí, están siendo exquisitamente tratados y se les permite hacer sus cinco rezos diarios de cara a La Meca. De soslayo también observa Clonista la realidad prensada y, a menudo, descubre en el segundo plano un motivo que le atrae hasta convertirse,  si no en lo esencial, sí en la única copla que se le queda. Ahí está el jueguecito manido de los elementos que, en esta ocasión, ayudan a Schröder, como, en su momento, el derribo de las Gemelas –aunque aquellos fueron otros elementos, no menos naturales, eso sí- hubiera determinado la reelección del alcalde de Nueva York, de haberse éste presentado. Con lo que se queda Clonista es con los carteles de la campaña electoral que aparecen en el segundo plano de la fotografía que ilustra el esfuerzo terrero contra el Elba. Stoiber sonríe jubiladamente mientras es contemplado filialmente por la mandamás de su partido, Angela Merkel. Schröder habla por el teléfono móvil desde el coche oficial, parece, aunque pudiera ser el avión presidencial o cualquier otro rincón. ¡El teléfono móvil la modernidad!  Sigue subiendo el número de rusos muertos por los guerrilleros/rebeldes chechenos –no parece que Putin consiga que aparezcan en la realidad prensada internacional como terroristas, aun habiendo conseguido la comprensión de su homólogo (en modo alguno “hombre del logos”, por supuesto) español- aun a pesar de que la realidad haya pasado de la titularidad al banquillo en un día. Pepe Rei  -¿y no se habrá autolatinizado para desmonarquizarse, al modo con los Rodríguez se autocatalanizan en Rodri para desenraizarse?–, el soplón hediente de ETA, está en coma tras un accidente de coche. Toda la noticia no tiene mayor trascendencia salvo la del justo castigo bíblico que parece manifestarse en ese azar, pero una frase del periodista, “por causas que se desconocen”, basta para que los fieles lectores proetas que tiene El País -¿dónde van a encontrar una publicidad tan amplia y generosa para sus ideales bomba?- inicien sus proezas borroqueñas correspondientes. Consternado evangélicamente por el accidente reial debe andar el emérito Setién, quien insiste en su teoría de los extremos que se confunden y, por ende, en la equiparación completa, a todos los efectos, entre los gudaris vascongados y el caudillito. Tras haber declarado el goppierno que por primera vez se sentía amparado por la iglesia vascongada, Setién se debe haber visto en la obligación nacionalista de recordarle al mundo entero la división irrenunciable de dicha iglesia. Tras los datos aparecidos sobre la claroscura realidad económica de los partidos –y podrían recabarse algunos otros de singular importancia sobre la irrelevante presencia de la democracia en los mismos– comienzan a aparecer las disculpas, las justificaciones y algunas propuestas de enmienda. Una de las del portavoz de IU en el Congreso va en la línea de las propuestas por Clonista, pero es menos radical, pues no aborda la desaparición de las campañas electorales reales, no las establecidas legalmente. En Cataluña, por ejemplo, el gociuerno anda detrayendo fondos de los presupuestos para mascampañear al grito alarmista de ¡más Ciutaluña para los ciutalanes: no dejemos que nos la pscuestren! Otra propuesta de las de Alcaraz, por ejemplo, resulta de un soviético candor idealista que asusta: aumentar las ayudas públicas para evitar que los partidos se sigan endeudando y acaben sometidos a los prestamistas. La guerra del agua sigue avanzando metro a metro –cúbicos, por supuesto– en la realidad prensada. Bono acusa a la Confederación Hidrográfica del Segura de mantener un “silencio cómplice” sobre el origen del agua empleada para regar 35 nuevos campos de golf creados en el campo turístico levantino. ¿No será que Bono no acaba de entender que un campo de golf es una plantación donde crece la especie “turista de lujo” sin otro abono que la rica y nutritiva agua manchega? Impropio como cualquier deslizamiento hacia el amarillo en el espectro prensado, por más que sea un marujeo comedido, Clonista ha cogido las hojas del rábano y se ha detenido en una realidad que a medias le sorprende, a medias le inquieta, a medias le divierte y a todas luces le deja indiferente: El caudillito y su señora navegan en un yate de Matutes, el antiguo ministro de Asuntos Propios Exteriores, por aguas próximas a Ibiza. Hasta ahí, nada, todo tan normal como la propia parejita pareada. A partir de ahí, la magia de lo real: para cualquier eventualidad se han habilitado ¡un quirófano y una unidad de cuidados intensivos! en el hospital público de Can Misses. A lo de las Misses Clonista renuncia, por decoro, pero a esas precauciones... ¿Qué aventura náutica tan tomada de riesgos ha emprendido la pareja monclovita?

viernes, 23 de octubre de 2015

20-8-02

     Aún a remolque del estresante ritmo agosteño, y aguardando al fontanero para que nada falte en el mes, ni la cuota de desastres domésticos que tanto hacen por entretener y darle sentido a  la vida, llega Clonista a su tapiz para seguir añadiendo hilos a la urdimbre. Hoy uno bien negro cruza el dibujo informe: ha muerto Eduardo Chillida, el escultor barroco del silencio, cuyo Peine de los vientos basta para acreditarlo como el grande que ha sido siempre y cuya aventura canaria frustrada siguió Clonista con interés, admiración y un entusiasmo estético que acabó en nada. Clonista se abstiene del coro de necrolíricas que suman sus empalagos y se queda, por mor del morbo, en la crónica de su desencuentro con Oteiza, tan típico de este país cainita de todos los demonios -¡quién no tiene su Oteiza particular!-. Por la cantidad hacia la titularidad, podría decirse de la noticia de primera plana que incluso merece los honores de un editorial: los guerrilleros chechenos han derribado un helicóptero ruso, a resultas de lo cual, tras el acribillamiento posterior a la caída del aparato, han muerto 85 soldados rusos. La obviedad vuelve al sitio de honor de la realidad prensada: “La ilegalización de Batasuna enfrenta al PP y al PSOE con los nacionalistas.” En el enfrentamiento parlamentario destaca un aspecto que vuelve bizantinas las excusas nacionalistas: se niegan a reconocer que hay asesinatos selectivos y que no puede ser un país “normal” aquel en el que toda la oposición al gopnvierno lleva guardaespaldas. Frente al derecho de autodeterminación, ¿no será siempre prioritario el derecho a la vida? Clonista no quiere patinar en el estanque helado de las vascongadas, pero siempre ha tenido para él que cuando el PNV quiera acabar con ETA lo hará, y que nadie más es capaz de vencer en esa lucha, o de reducirla a unos niveles de delincuencia habitual soportables colectivamente. La muerte de Abu Nidal, el “famoso” Abu Nidal de siempre, algo así como la amenaza universal permanente, muestra claramente hacia dónde puede caminar la propia ETA. O asesinado o suicidado, al final el idealista acabó en asesino a sueldo, después de haber intentado llevarse por delante a Arafat, sin conseguirlo. El escenario ha cambiado y Clonista escribe ahora con el portátil sobre las rodillas en las frescas baldosas de un cuarto de baño de un hotel de Vélez Rubio, donde realiza una grata visita familiar. Lo anota porque ese frescor se ha convertido en un escalofrío acongojante al imaginarse una realidad no muy distinta de la que sucedió, años atrás, en el estadio argentino El Atlético. Mil talibanes fallecieron en el interior de unos contenedores herméticamente cerrados mientras eran transportados a una prisión con la promesa de ser liberados poco después, según les mintieron sus captores de la Alianza del Norte, una buena banda de asesinos feudales. Arañando las paredes y chupándose el sudor, como se describe gráficamente en la noticia, a Clonista le ha vuelto a la memoria la estremecedora novela de Semprún, El viaje, donde se describe una realidad parecida. El complemento de la noticia es el restablecimiento de los cultivos de opio en el campo afgano. Frente a los 1250 dólares de indemnización por hectárea dejada de cultivar, los campesinos consiguen 16.000 dólares por esa misma hectárea cultivada. ¿No son absolutamente risibles los ridículos esfuerzos de la lucha occidental contra la producción y el tráfico de drogas? No, son hipócritas. Como el auxilio divino que pide Juan Pablo II para llegar al fin de su pontificado. Después hablan del apego al cargo en las democracias, pero comparado con el de las dictaduras gerontocráticas, resulta una chiquillada perdonable. Clonista se abstuvo de comentarlo, mitad por indiferencia, mitad por negligencia, y sobre todo por su crueldad, pero la caza de la fotografía del Papa por parte de la muchachada católica en la visita a Canadá, tal y como está el Papa, físicamente a las puertas del Hades, le dejó helado. ¿Cómo era posible que esas angelicales criaturas de asexuada sonrisa beatífica quisieran impresionar sus películas con la más deplorable imagen de la obra inmisericorde del tiempo? Perversas le parecieron, a Clonista. Javier Pérez Royo se arma de sus habituales argumentos jurídicos, más sus filias y fobias, y defiende lo razonable: ilegalizar a B lo pide el cuerpo democrático, pero quizá lo veda el alma jurídica, si el fundamento no es otro que la renuncia a condenar el terrorismo”. Ya le parecía a Clonista que sonaba a lógico. Y le agrada coincidir con el especialista “de referencia.” Los reportajes de fondo junto a la sección de opinión forman parte de la época, y el de Mauricio Vicent sobre la estrella transformista cubana no tiene desperdicio. A Clonista le llama la atención el desnivel de ingresos entre un médico cubano y los de la “artista”: 20 dólares por noche (las flojas), frente a los 20 dólares al mes de quien lucha contra el dolor y la enfermedad. Clonista supone que algo así debe ser un síntoma, pero renuncia a entrar en obviedades. Mejor le irá. De Cuba a Cataluña, lo que fue ruta de retorno de la inmigración de los indianos, para dejar constancia de la “buenísima nota” que toma el goppierno de la desleal actitud de CiU al abstenerse en el Parlamento estatal de votar a favor de la ilegalización de B. ¿Se asistirá a la muerte lenta gubernamental del gociuerno nacionalista títere en el Oasis? ¿Irá Pujol sufriendo en el Parlament una derrota tras otra hasta que todo el país vea con sus propios ojos quién manda en el país y cómo el hecho de torcer la realidad de los votos con la de los escaños sólo conduce a que le escañen a uno? Se augura una rentré movidita, parece. Una vez que se le ha cogido el gusto a la denuncia del funcionamiento perverso del sistema, ya es difícil parar. Hoy le toca el turno a la opacidad de las empresas y fundaciones de los partidos políticos: una realidad sumergida, quizás contagiada de la economía sumergida contra la que ningún gobierno acaba nunca de luchar del todo, como tampoco contra los esclavistas, aunque de tanto en tanto, como pasa con las multas a los conductores o el uso arbitrario de la grúa, algún infractor acabe pagando por todos cuantos se salvan. La ecotasa balear ha pasado la reválida de la aplicación con 6 denuncias frente a cuatro millones de abonos indiferentes: el gobierno quería matar al usurpador de su gobierno insular, pero habrá de buscar métodos menos expeditivos y con mayor fundamento, aunque su descrédito ha salido reforzadísimo. ¿Tendrán los tribunales islámicos que se rigen por la sharía   una tribuna barcelonesa en el Fórum de las Culturas de 2004 donde explicar condenas como la de Amina Lawal, a quien se ha de lapidar hasta la muerte? Cerca de la última puerta que cierra la realidad, allá al fondo, en la estancia donde, a modo de altar, la caja fuerte del parné exhibe su prepotencia, Clonista se queda turulato –que es palabra que no decía u oía desde hace más de veinte años, los preceptivos- al repasar la lista de los negocios de Vivendi Universal, que ha estado a punto de convertirse en Moriendi Universal. El grande de los negocios de la comunicación anda vendiendo los muebles y las joyas, para sobrevivir, al modo de los personajes galdosianos, lo que prueba que el mundo va muy deprisa para volver siempre al punto de partida. No es precisamente un viaje a la semilla, sino hacia ninguna parte. ¿Fue producida por Vivendi la excelentísima película de Fernán Gómez El viaje a ninguna parte? Lo que a Clonista le ha llamado la atención es que un negocio semejante tenga una estructura de mando piramidal. No lo entiende. Ni la realidad tampoco, parece. La realidad, al final, siempre es otra cosa, cualquier cosa, lo que menos se espera, lo impensable, lo descorazonador. Y tantas cosas más. La realidad obra por acumulación  invisible, misteriosa y anárquica. Sin más. La médula de la realidad es el deseo.

miércoles, 21 de octubre de 2015

19-8-02

     De la bufonesca despedida de ayer, la realidad le enderezó a Clonista su achicado pronóstico, por un lado, y, por otro, se le hizo presente la ausencia del curso de realismo abreviado que son los ¿chistes? de El Roto, al menos en la edición murciana -¿debería hablar de realidad murciana?- con que investiga este aventurero que bien podría acabar, a poco que se descuide, convirtiéndose en uno más de los afables mentirosos del Arco Largo. Levantarse a las 7’45 a.m. un martes de agosto, día 20, tras haberse acostado a las 3’00 a.m. es uno de esos disparates a que obligan las reparaciones domésticas en las segundas residencias, propias o ajenas, y aventuras clónicas como la presente. Hoy se juntan las dos, pero Clonista comienza por donde debe, tras haberse preparado un café bien cargado. Si el domingo ya se apreciaba físicamente la anorexia veraniega de la realidad prensada, casi directamente proporcional a la bulimia estival de sus consumidores, dispuestos a engullir lo inverosímil, como en las navidades, los lunes la cuestión alcanza ribetes de exageración. La ingenuidad de Clonista le ha llevado a pensar si, de camino a casa, se le había caído algún suplemento,  la Revista de Agosto, o algunas secciones se le habían quedado enganchadas en la pila de los ejemplares al tirar del leve lomo de su cuerpo desencuadernado y se habían quedado aguardando allí, solas, para extrañeza de algún futuro  lector, si lo hay. Del achicado pronóstico lo desvió una noche de cine al aire libre con la magnífica sorpresa de la película de Rodrigo García, Cosas que diría con solo mirarla. Factura americana para una película europea, aunque con Altman al fondo, entre otros. Buenas historias, excelentes encuadres, una luz fría con fondos minerales, unas interpretaciones brillantísimas, sobre todo de Holly Hunter, aunque también del resto de actrices, pues todas son historias de mujeres. Las diferencias de cultura cinematográfica las advirtió Clonista en tres espectadoras de mediana edad que siguieron al pie del fotograma la primera película del programa, Infiel, con un Richard Gere al que el nombre de actor no es que le venga grande, sino ajeno, y, sin embargo, se salieron de la de García que, a diferencia de la otra, iluminaba la pantalla con una visión de la mujer sin contemplaciones, podría decirse, a fuer de paradójico. Desvíos como éste son placenteros para Clonista, pero le apartan del inaprehensible objetivo de su aventura, bastante más mediocre, o demediado. Dos realidades bien dispares le saltan a la vista al esforzado Clonista. Una: la banca ha perdonado a los partidos políticos deudas de 19 millones de euros entre los años 1997 y 1999. Dos: se cumple el vigesimoquinto aniversario de la muerte de Groucho Marx. El resto de las realidades prensadas dignas de aparecer en su escaparate podrían consumirse ahí mismo, sin necesidad de abrir el melón y catar lo previsible. He ahí uno de los grandes enemigos de Clonista y de su esfuerzo: la previsibilidad. En principio creyó que lo propio de lo real es la sorpresa, a veces la novedad, el giro brusco, lo inesperado; pero a medida que han ido pasando los meses de este tiempo clónico, casi podría llegar a la conclusión contraria: la realidad es, sobre todo, aquello que jamás sorprende. ¿A quién le sorprenderían esas estupendas relaciones de la banca con los partidos políticos? ¿A qué hijo de vecino le ha perdonado la banca jamás un crédito, si Clonista ha conocido noticias como la del embargo de la vivienda de un par de jubilados –o parados de larga duración, no lo recuerda bien ahora mismo–  por no haber podido hacer frente al pago de las letras de un televisor, y ello a instancia de una entidad bancaria? ¿Qué lector necesita irse a la página correspondiente para saber que nadie perdona una deuda así como así, por la cara bonita, y que esos regalos envenenados ponen seriamente en entredicho el sistema democrático? ¿Y qué fue lo juzgado y condenado de Filesa, lo perdonado de Naseiro y compañía –por cierto, ¿no andaba Zaplana en esa santa compaña?– o lo archivado del escándalo leonés o zamorano –que tampoco lo recuerda bien- de la construcción, pagos a Aznar incluidos, comparado con esa perversa caridad cristiana de los bancos? Al final todo acaba reduciéndose a las verdades del barquero, lo real y lo imaginado, pero sobre todo lo real, y se escucha en muchas versiones, pero Clonista siempre ha preferido la de Quevedo, incluida la versión musical de Paco Ibáñez, un desencantado pesebrista –in péctore– gracias  a la  indiferencia pijoprogre de los primeros gobiernos socialistas, que no le financiaron no recuerda ya Clonista qué proyecto de carpa a lo barraca lorquiana, o algo parecido. En efectivo: poderosísimo caballero es don dinero, el único que tiene el don de dar poder.  Por el mundo, que tan irreal siempre le acaba pareciendo no solo a Clonista, sino a cualquiera que, desde cualquier rincón, como este de San Pedro del Pinatar, por ejemplo, se asoma a su versión prensada, acaban sucediendo cosas tan próximas que parece una extravagancia el hecho de que se revistan de tantas diferencias inventadas diríase adrede, como decía Shopenhauer que se inventaron las cartas: para que los tontos, a falta de ideas, tuvieran algo que intercambiar. En Brasil, “todos los candidatos menos Lula recurren en su campaña al apoyo de las protagonistas de los culebrones” lee Clonista, y se acuerda de las bonitas campañas españolas de todo signo político con los “artistas” invitados a glosar las maravillas de este o aquel partido político con unas irresistibles convicciones publicitarias y, en los casos más populares, como un triste y patético peaje laboral dragoniano. El inefable Chávez, a cuya dictadura política le han robado el burdo juego de palabras para la futura novela que le inspire a alguien, porque ni hay fiesta ni será del chivo, continúa azuzando a los suyos, en un “contraataque revolucionario”, contra el Tribunal Supremo. Él, el supremo anfitrión de la voluntad popular, ¡qué carajo ha de tragarse el sapo que, en un momento de debilidad que los suyos no le perdonan, dijo que se tragaría!  Lo curioso es que se le haya ocurrido, a Chávez, que, para darlos a conocer al pueblo, a los magistrados supremos, se deba “publicar un libro con sus rostros.” Clonista reconoce sus limitaciones literarias y los enrevesados caminos de la palabra de los mandamases, pero no acaba de captar la idea editorial, sinceramente. ¿Libro o pasquín?  Para Clonista no es ningún alivio salir de Chávez y entrar en Argentina, la verdad, máxime después de leer un fragmento de uno de los capítulos de los muchos libros de los horrores que  han escrito a lo largo de la historia de la humanidad todos los asesinos mandamases y sus serviles secuaces que ha habido. Se trata de la conversión en museo del campo de concentración de Buenos Aires, El Atlético, algo así como el memorial de Auswichtz. A Clonista no le extraña que Sábato, la antítesis de Jorge Guillén, pongamos por caso que no viene a él, se hubiera sumido en una profunda depresión, combatida pictóricamente, tras haber presidido la elaboración del informe sobre el genocidio llevado a cabo por los militares argentinos contra sus propios compatriotas.  Esta dolorosa realidad le recuerda a Clonista que aún no se ha escrito, entre las muchas historias que se hacen sobre cualquier aspecto de la realidad, una historia de los horrores de la humanidad. Quizás sea una idea absurda porque, en realidad, el horror forma parte de la vida cotidiana y, en una u otra medida, es algo tan humano como cualesquiera otras de las manifestaciones que nos identifican como tales. ¿Qué decir de esa entente cordiale entre los militares usamericanos e Irak, bajo el mandato Reagan, cuando la ahora convertida en el Satán viceverso de Usamérica guerreaba contra Irán, armas químicas incluidas? Las personas realistas suelen burlarse de los lectores asiduos de la realidad prensada, y consideran signo de ingenuidad e inmadurez que tengan ese hábito y, sobre todo, que se crean que algo que viene en “los papeles” sea cierto. Clonista sufre –y quiere decir exactamente “sufre”–  muchas veces la tentación de darles la razón, y no como a los locos. De vuelta a la realidad patria, tan poco prolífica como dispersa en época veraniega, tropieza Clonista con una queja que forma parte de la campaña de oposición al goppierno:  el Bronx ceutí, la barriada El Príncipe, según el  redactor Fuertes, es “una zona del territorio español que se está abandonando a un funcionamiento propio, ajeno al Derecho de los demás.” ¡Y creía Clonista que era la encarnación de la ingenuidad! Que los coches se comen las autovías y las autopistas no es noticia de estío, pero es típica de los días previos a los grandes atascos de las operaciones regreso a los infiernos de las ciudades inhumanas y de la esclavitud laboral. El goppierno quiere pasar de ocho a trece mil kilómetros de autovías y autopistas, pero no se sabe de dónde saldrá el presupuesto para ello. Parece ser que ni la promesa de pingües beneficios futuros –¡menuda errata: furturos, de furto, de hurto... se le había destecleado al clonista!– empuja a los inversores privados...  ¿Cómo puede ser noticia que las compañías de teléfonos no les rebajen las facturas a los clientes? Decididamente, si hay un gordo de navidad en verano, debe ser que también hay el Día de los Inocentes de rigor.

martes, 20 de octubre de 2015

18-8-02

     La dinámica veraniega induce a encontrarse con los domingos como una sorpresa prensada y relativamente pesada, porque la festividad tampoco consigue engordar demasiado el ejemplar sin suplemento terruñero que se recibe en San Pedro del Pinatar. Lo que no engaña es la primera plana bazariega. Clonista casi se marea entre tantos titulares, colores, negritas, encuadres, rayas, rayitas y rayones y demás motivos supuestamente ordenadores, amén de las referencias a las revistas exentas, revistas inmersas y suplementos varios. Con esa exuberancia anonadante, la realidad queda demasiado ceñida a la exhibición, lo que provoca, al menos en Clonista, casi un rimero de inhibiciones, antes que la rimada inhibición. Sabe, no obstante, que ha de cumplir con su cometido, pero lo hará arrastrándose por pedregales llenos de cantos afilados que le van a destrozar la sensibilidad y la buena disposición. No hay aventura sin lucha, y mucho menos sin momentos difíciles. A su manera, Clonista se siente a veces, frente a la realidad prensada, como denuncia Manuel Vicent en su deontológica columna Guiñol que se siente el pobre desgraciado al que le ha tocado –muy a menudo porque se lo ha buscado– convertirse en muñeco de pim pam pum: “¿Por qué me había reído de un pobre ser, inculto e inofensivo, a quien el periodista había destrozado con armas tan desiguales, él con un millón de lectores y el otro a solas con su ignorancia? Me dije, a partir de ahora se acabó el guiñol. A estos graciosos que los lea su padre.” Pues eso. A veces casi toda la realidad prensada, sin el lado hiriente del viejo guiñol mamporrero, tiene demasiado de exceso de poder.  A Clonista no le pasa por alto la estructura de una noticia referente al ardor guerrero de Bush, quien, no contento con las hazañas bushbélicas en Afganistán, de aún inciertos resultados, se apresta a lanzar una nueva ofensiva contra Sadam Hussein, su demonio viceverso. Entre corchetes, al final, se da todo tipo de aclaraciones sobre las fructíferas relaciones de Rusia con Irak y el estrechamiento de lazos entre ambos estados. Y son corchetes descorchados, casi cohetes. Vicente Rangel, en la primera de las entrevistas dominicales, día dedicado a quienes no dejan de hablar para que puedan seguir haciéndolo, afirma taxativo que no habrá más golpes en Venezuela. Si considera que la oposición es “deplorable, pura chatarra”, y que Carlos Andrés Pérez es “un cadáver político”, Clonista empieza a sospechar que la nula viabilidad del golpe acabará debiéndose a la neutralización policial o militar de los opositores. Lo no dicho, en la entrevista, parece más importante que lo dicho con tanto menosprecio. La opinión repetidamente expuesta por Clonista respecto de la política guppernamental de lavarse las manos respecto de cuanto no sea estar al servicio de los poderosos, oligopolios, monopolios, expoliadores, banqueros, etc., la calca Albert Domènech en un asunto aparentemente intrascendente: los alevines de pescado, sobre cuya captura y comercialización el goppierno hace “la vista gorda”.  Entre cualesquiera realidades políticas, el diario escoge hoy destacar la violenta de las bandas colombianas que imponen unos usos de gatillo fácil no conocido por estos lares. ¡Cuantísima realidad declarativa! Es cierto que la institución democrática por excelencia es el Parlamento, pero una democracia meramente verbal acaba siendo un verdadero timo, máxime si además hay rudas restricciones, según se pone de manifiesto cada vez que se le recuerda a un perorador, desde la presidencia parlamentaria, que se le acaba su tiempo. Si en el Parlamento se pudiera hablar más, la realidad prensada sería más llevadera. La segunda entrevista tiene al ministro Zaplanaznaril como atracción de feria por la que Clonista pasa veloz; más aún tras ver la pose de casposo cantante melódico que quizás se le haya quedado tras sus tratos imaginarios con Julio Iglesias, a quien le regaló unas migajillas de su presupuesto valenciano, vale casi personal. Como ya apuntó Clonista sobre la sociabilidad de la realidad, a la desaparición de las dos niñas inglesas –misterio que será pronto resuelto, quizás, tras el hallazgo de dos cadáveres- no ha tardado en sumársele la de dos jóvenes españoles: Donovan y María Teresa. El primero lleva desaparecido seis meses y la segunda dos años. Es una nota menor que el subtítulo indique “hace meses”, refiriéndose a dos años, pero desconcierta. Los colorines del suplemento Domingo se abren con un extenso reportaje sobre B que a Clonista, por crítico que sea, le sigue pareciendo propaganda, por aquello que se dice de que hablen de ti, bien o mal, pero que hablen de ti en la prensa, porque de lo contrario es como el despertar sin dolores pasada la cuarentena: estás muerto. Una nueva entrevista, esta vez con el hijo de Jrushov. El punto final es un continuará, es decir, la publicación saldrá en breve, de lo que se deduce que debe ser entrepropaganda, o lo más parecido. ¡Qué cansancio! El estresagosto comienza a atacar, y sus efectos serán duraderos hasta la temida vuelta a las aulas. De repente son poquísimas las realidades prensadas que le parecen a Clonista que formen parte de ella, de la realidad que va siempre buscando, de esa Ítaca a la que no sabe si llegará. Hoy será otro día. ¡Es, ya, otro día! Y la perspectiva de volver de aquí a pocas horas a seguir su periplo le achica al clonista el tiempo y hasta el espacio. ¡Tomemos un roto!

lunes, 19 de octubre de 2015

17-8-02

     Aquí de nuevo, unas horas después en el largo y al tiempo corto día vacacional, tan lleno de afanes menores y gratificantes. Aún siguen embravecidos los ríos centroeuropeos, y el canciller Schröder ya busca el agua como pretexto para incumplir el famoso 3% de déficit público de la zona euro conforme a lo establecido en el duro Pacto de Estabilidad, que desestabilizará económicamente a tantos y tantos menesterosos, Clonista incluido. Aunque ajena a los intereses prensados del clonista, la realidad de las dos alcasserniñas británicas parece haber cuajado como uno de los grandes seriales del verano, de esos a los que se enganchan los diarios como los recién nacidos al pezón de las madres. A Schröder se le ha pasado por agua la campaña y su plan de choque contra el paro ha tenido menos eco en su país que Loyola de Palacio en el suyo, diga lo que diga, incluida la acritud anti Boliden. El gran experto consultado, directivo de Volkswagen, ha incluido en su plan “importantes innovaciones para agilizar el mercado laboral alemán.” Clonista se siente permanentemente estafado y engañado por la sociedad, de ahí que la “agilidad” propuesta, esa manía de poner en forma al mercado laboral, seguro que acabará suponiendo la casi total gratuidad para el despido, pues cualquier plan de agilización incluye necesariamente una reducción de calorías y una pérdida de volumen corporal. Choca, en verdad, y escuece, que la imaginación humana se haya desarrollado tanto en tantos campos científicos y, sin embargo, siga anclada en férreas mentalidades esclavistas cuando de las relaciones laborales se trata. Vuelve Clonista a su tarea diaria para encontrarse con el resurgir de un Belfegor indestructible. Tres familias, 26 personas, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, y hasta niños, fueron degollados por la GIA, Grupo Islámico Armado. La acción de los terroristas a lo divino lleva camino de convertirse en una versión árabe de los jemeres rojos camboyanos, a juzgar por el número de asesinados en los muchos años de vida que tienen tras el golpe de estado militar que les impidió acceder al poder político del estado, con la complacencia occidental, por supuesto. Usamérica sigue exigiendo la inmunidad diplomática para sus fuerzas expedicionarias, civiles o militares. Ahora le toca el turno a Colombia, y Uribe, tras haber decretado el estado de conmoción interna, tampoco le va a parecer nada del otro mundo conceder algo así al amigo americano. La realidad tiende a la sociabilidad, a juzgar por la costumbre de asociar noticias de un mismo carácter, e incluso por la facilidad con que determinado acontecimiento genera una cauda de otros del mismo jaez. Si Menem anda en apuros por sus cuentas en bancos suizos, ahora le toca el turno a la “primera dama” peruana, quien recibía un sueldecito de nada de un banco ligado –quién lo iba a imaginar...– nada más ni nada menos que al cineasta y  extorsionador Vladimiro Montesinos. Consecuencia, además, de otros deméritos propios: el apoyo popular al presidente Toledo ha descendido al 17%. ¿No es asombrosa la facilidad con que se llenan las unidades hospitalarias de quemados políticos? La interiorización de las pautas consumistas no podía excluir el mundo de la política, desde luego. Por la esquinada realidad española, CiU ha escogido la abstención en la futura votación parlamentaria para promover la ilegalización de B. Si en Génova la policía ignoró tan bíblicamente qué hacía una de sus manos, a los “Mossos de l’Esquadra” les han pillado con ambas en la masa de la construcción de pruebas incriminatorias para detener a narcotraficantes, es decir, a sus colegas, según lo instruido. Clonista sigue con atención la irresponsabilidad del goppierno en ese trajín de inmigrantes que van de aquí para allá, que repatrían, que sueltan a la buena de dios –porque el dios del PP es siempre el dios minúsculo de su desalmadía y su impiedad– o que concentran hasta nunca se sabe qué, como casi nunca se sabe del destino de tantas mujeres embarazadas como aspiran a que sus hijos pertenezcan a otro mundo distinto del que a ellas las vio nacer. En sucestiolandia, la realidad prensada de los ardores estivales, las batallitas campales, música a todo trapo y botellón incluidos, comienzan a tener el carácter festivo que no excluye, como en la de Benidorm, que algún arma municipal o nacional se dispare adrede o fortuitamente. Amante del refrán “Quien paga, descansa”, un transportista endeudado con un empresario, decidió secuestrarlo y exigirle un rescate con el que, honrado él a carta cabal, las satisfizo nada más recibirlo. De la diagonal del lector superviviente “titular-identificación del firmante”, saca a veces el clonista algunas alegrías intelectuales dignas de ser compartidas. Javier López Facal ha sacado la faca de su segundo apellido y se ha dedicado a dar navajazos a diestro, con la seguridad de quien sabe que hay poco hueso y mucha fofería política donde acertar y ¿hacer daño? Eso ya está por ver, pues la desproporción entre la hoja afilada y la adiposis protectora del zoón politicón es evidente. Entre kafka, el pseudopetronio y un Krupp reciclado en gran demócrata anticomunista, tras serle perdonada más de la mitad de la condena dictada en Núremberg, según informa Facal, éste le da un repaso a la ¿política? científica del goppierno que sirve de paradigma de su acción de desgobierno. Ante los horrores denunciados, el suplemento Babelia, dedicado al miedo en la literatura, se queda en colección de sustillos y obviedades como la del artículo de C.Aira: “Habría que reconocer la utilidad del miedo y añadirlo a los instrumentos de conservación de la especie”, que se combaten con la lectura de cualquier manual de antropología, de divulgación, claro.

domingo, 18 de octubre de 2015

16-8-02

     A la vista de la primera plana que, en cierta medida, ha de dar no tanto “el sentido de lo real” cuanto “sentido a lo real”, la realidad de la generosidad del gopnvierno vascongado con los dineros públicos, reforzando las ayudas estatales y permitiendo, por ende, que B consiga financiación es un claro ejemplo del rancho aparte –sin connotabushciones aznariegas– que rige para los dueños de buena parte de lo real. Que los políticos sean los dueños de buena parte de la realidad no debe ser una concepción muy rigurosa, pero sin duda tiene toda la verdad de que es capaz lo real. En la primera plana bazariega de este 16 de agosto que abre el lento declive del periodo vacacional –aunque cada día, afortunada y desafortunadamente, tiene más horas de ocio reglamentario de las que es capaz de soportar este Clonista laborioso– se agitan las aguas del Elba, a sirga seguida de las del Moldava, y Dresde, la laminada de la Segunda Guerra Mundial, anda recordando viejos tiempos bélicos con sacos terreros, traslado de heridos y movilización de parados, y no es para menos. Como suele ser habitual, el chavismo intenta someter la Justicia a sus intereses para evitarse sobresaltos de lo que se supone habría de ser una instancia independiente, pero que, cuando falla contra los intereses del poder, evidentemente falla, y ahí está el legislador y a menudo elector, para arreglar el sistema. La ingenuidad política del Clonista es tanta como su atrevimiento, de ahí que ni se ruborice al recordar que ya propuso un gobierno de la justicia elegido en las urnas. No viene a cuento, salvo si hoy diera la casualidad de que apareciera alguna realidad tan relativamente lejana como las próximas elecciones, lo cual tampoco le extrañaría nada a Clonista, pero, ya puestos en propuestas, aprofita l’avinentesa y se lanza: ¿por qué no se suprime el costosísimo rito umbilical de las antediluvianas campañas electorales? Bien visto –que es la manera discreta y universal de potenciar la autoestima–, el control ciudadano sobre el gobierno y la oposición debería tener un carácter diario y extenderse a lo largo de las legislaturas al modo como los accionistas siguen el engorde de su caballo. ¿Se ahorraría o no se ahorraría? ¿Se ganaría en participación social y en preocupación por la cosa pública, sacando al pueblo de su tradicional aversión a la clase política? Clonista detiene el sermón, porque percibe que se pone vallestupendo con la única borrachera que conoce, la verbal, y vuelve a su rutina. En recuadro reutersreducido se recuerda el golpe económico que sufrirán las compañías de seguros para afrontar las reclamaciones por los daños causados por las inundaciones. Tal y como está redactagenciada la noticia, el lector está a punto de suplicar a los gobiernos respectivos que les echen una mano a las pobres empresas para que no se hundan en ese río revuelto. Va de gestos: Fox se niega a visitar a Bush por la ejecución de un reo mejicano. Clonista, tan atento a lo suyo, lee de perfil el nombre del portavoz gubernamental mejicano, Elizondo, y le da un vuelco el corazón literario. Pero no, es Rodolfo, no Salvador, y se queda tranquilo. De Salvador Elizondo, en tiempos de malabarismos novelísticos, jamás podrá olvidar Farabeuf. Continúa el goteo de informaciones sobre los modos sucios de la guerra sucia israelí en Palestina. Ahora le toca el turno al uso de escudos humanos civiles palestinos por parte del ejército masacrador israelí. Al otro lado del muro, la administración palestina, que debe ser lo más parecido al caos, intenta adecentar el uso de los generosos fondos recibidos. Aunque Clonista es muy aficionado a la sección Cartas al Director, porque es el único portón por donde entra la realidad no prensada en el periódico –salvo censuras, modificaciones y anónimos firmados que Clonista no juzga (acaso ingenuamente) usos propios de su medio de referencia–, cree recordar que son pocas las ocasiones en que esas realidades han aparecido en su clónica. Jordi Gimeno Ollé denuncia la insuficiencia de medios de la policía tras haber vivido la desagradabilísima experiencia de haber sufrido un allanamiento de morada por parte de los cacos de agosto. A él le parece que los pequeños asuntos “que no son de telediario” no merecen el interés del goppierno. Amén de darle la bienvenida al club de los ingenuos y pardillos, Clonista coincide con él en la idea subyacente: lo que no existe para el telediario no existe en la realidad; si bien en la realidad de cada uno esas adversidades no sólo existen, sino que lo hacen, como en el caso denunciado, devastadoramente. Del ducogobierno de Suárez es probable que sólo quede una frase que no fue suya, además, sino de Ónega, cree recordar Clonista: “elevar a oficial lo que es real en la calle”, o algo parecido, que la cita tampoco exige tareas arqueológicas, la verdad. Esa distancia entre lo oficial y lo real, entre la españavabién y la que simplemente va, como la nave felliniana, ha vuelto a pproducirse, con una intensidad casi desconocida hasta nuestros días. A Clonista le sorprende la facilidad de lo real para aparecer como algo intrascendente, usual, rutinario, sin interés aparente, en la realidad prensada y, a la vuelta de un día, acabar siendo un suceso de primera magnitud. La ¿muerte accidental? de un atracador de 18 años en Sevilla, al que la Guardia Civil le alojó un tiro en la frente, ha movilizado los ánimos de colegas suyos menores de edad que han aprovechado para darse al desmán violento y casi irresponsable penalmente. Por su parte, las fuerzas policiales indican que su presencia en el barrio Los Pajaritos, represión mortal incluida, ha hecho descender los niveles de delincuencia en un 80%. No hay que preocuparse, son niveles tipo bursátil. En cuanto desaparezca la presencia policial, recuperarán la intranquilidad perdida. Más adelante, la versión moderna del patio de Monipodio, versión rumana, incluye la enseñanza de las artes de esquilmación ajena mediante vídeos instructivos, según incautaciones de los Mossos d’Esquadra. Aún colea, y lo que te rondaré moreno, el asunto de la posible xenofobia campista en Tarragona. Los perfiles del suceso irán afilándose con el paso de los días, aunque son tan humanos, por comineros, que Clonista aguarda la resolución del expediente abierto por la Generalidad. Un artículo propagandístico de Nadal, voz derecha de Maragall, en el que el Clonista renuncia a entrar, dada la premura de tiempo con que ha de acabar la clónica del día –de ayer– para meterse en la de hoy, le trae el recuerdo de la realidad del oasis turbio del terruño, y advierte que funciona el dicho proverbial: ojos que no ven... De hecho, para El País, Murcia ni siquiera merece un cuadernillo autonómico, a diferencia de la propia Cataluña, de Valencia –que seguía Clonista cuando veraneaba en Calpe, subida incluida al Peñón de Ifach– o del propio Madrid de reciente seguimiento. Ello debe hacer más por la evidencia de la primera y segunda división autonómicas que cualquier otra realidad, política o prensada, que pueda esgrimirse. Ahí está, si no, aquel Pujoljupiterino menosprecio de Cuenca para demostrarlo. La malaria ha viajado en avión para cebarse en una vecina de Torrejón de Ardoz: no hay otra explicación, aunque la investigación sigue abierta. ¡Esta realidad casi novelesca del viajero mosquito malarino sí que es selvática y apropiada a la estación! En la complacida y complaciente Revista de Agosto, diseñada para que ninguna arista pueda herir la sensibilidad de los lectores vacacionales, la obviedad se vuelve titular: “Más visitantes en los museos británicos. Las instituciones se benefician de la nueva política de gratuidad.”  Entre las virutas del aserradero prensado que es el cuadernillo estival, Clonista caza dos al vuelo de rapaz: la canción del verano se llama en Italia tormentone dell’estate, con exquisita propiedad, y El otro lado de la cama ha sido vista por más de un millón de espectadores, entre los que se cuenta el complacido Clonista, sobre todo del felpudo de la cama: el musical. Al fondo, y curiosamente casi desgajada de la realidad prensada, a punto de ser expulsada a las tinieblas exteriores de lo real individual, la realidad televisiva exhibe su mundo autosuficiente. Un guionista de éxito denuncia, como el corresponsal reseñado ut supra, la falta de inversiones que permitan hacer series que capten la atención general y supongan un pingüe negocio para las cadenas. ¿La alternativa? Concursos y programas de telerrealidad. Pero a su juicio las historias nunca encontrarán competidor desafiante en esos programas basura, pues es “lo que hace el hombre para divertirse desde que se constituye en sociedad, aprender cosas nuevas.” Sin embargo, el éxito de sus guiones se debe al hiperrealismo de los mismos, elaborados con la ayuda de decenas de personas especialistas en todos los campos de la realidad que intervienen en cada episodio. ¡Menuda lucha de realidades, la del otro lado de las 625 líneas! Comparada con ellas, la presente clónica representa el jueguecito pueril de un aventurero valetudinario, sin duda.