sábado, 18 de julio de 2015

18-5-02

     Decididamente es muy onerosa la obligación de seguirle la pista a la realidad durante trescientas sesenta y cinco jornadas, y haber de consignar los resultados, como un mediocre detective de matrimoniales. No es extraño que a Clonista le haya asaltado la duda horrible de si está cayendo en el vicio tertuliano, si su honesto empeño absurdo no será, en el fondo de ciénaga de sus intenciones, un desquite: montarse una autotertulia donde, además, no ha de soportarse a los tertulianos de cuota. Quizás sí que existe una realidad de cuota, y más de una, seguro. A la vista de la experiencia, tampoco le extraña a Clonista que quien se haya visto en un empeño semejante haya decidido, un buen día, esto es, cualquiera de ellos, comenzar a hablar cada vez más de sí mismo, dejando un poco de lado el objeto, en este caso poco definido, de su tarea, investigación o simple pasatiempo. Clonista no siente vergüenza de que algo así pudiera suceder, pero tampoco le entusiasma la idea. En su entretenida Historia de un alemán, Sebastian Haffner insiste una y otra vez en la sensación permanente de no saber nada de nada de cuanto ocurría a su alrededor, aun a pesar de la lectura de los periódicos, cuando los había. La inflación del 23 y la aparición “milagrosa” del rentenmark fueron vividos por él como una epifanía de lo mágico y lo surreal en plena vida cotidiana. Y ello en una persona atenta a la realidad.  ¡Cómo no vivirán la realidad, entonces, la extensa  nómina de artistas que han solido vivir de espaldas a la realidad, indiferentes al dibujo extraño de las ambiciones políticas, los usos y disfrutes del poder y tantas cosas despreciables, si puestas en la balanza junto a sus singulares objetivos artísticos! La vena artística de Clonista le exime, pues, de justificaciones que no le son aplicables ni exigibles. A día de hoy, agotadoramente caluroso, pero exento del tormento de las  correcciones escolares y con un lunes festivo en el horizonte, Clonista -ya se advierte por el largo proemio- tiene el verbo descansado y pronta la palabra que cuartea el silencio bital de la página electrónica. De muy escaso relieve le parece que son los dibujos que emergen del mapamundi de lo real desplegado ante sus ojos. La muerte de Kubala -que a pesar de su frialdad glacial centroeuropea acariciaba el balón como ningún otro amante del buen fútbol lo ha hecho- ensombrece levemente la nevada de días pasados y lleva la tristeza a quienes evocan, al conjuro de su nombre, bellezas inmarcesibles. Un deportista -él sí que lo fue, antes que figura mediática- no eclipsa otra cumbre de ese particular montañismo al que es tan aficionado el ppresidente Aznar, quizás porque con tanta sombra como le cae siempre sobre los ojos sea en él una necesidad la búsqueda de los espacios elevados donde llegue la claridad sin obstáculos. Antifaz de sombras, lleva el guerrero de la seguridad internacional. Es anécdota, pero ¡qué reveladora! En 2002 se rehabilita a los desertores del ejército nazi, ¡y contra el parecer de los conservadores! Hasta hoy, pues, han seguido siendo considerados socialmente como unos traidores y unos cobardes. ¿De qué vale el excelente argumento de un rehabilitado, acerca de que si muchos más hubieran hecho lo que ellos hicieron no se habría producido el holocausto, frente al culto a Belona tan propio de los alemanes? José Miguel Oviedo reflexiona sobre el lento proceso de orillamiento del libro como objeto frente a la asepsia de los fondos informatizados, y se queja, y con razón. Clonista sabe que escribir esto sobre la pantalla del ordenador en el que trabaja parece una ironía excesivamente compleja, una contradicción in re o una burla de pardillo, pero sigue defendiendo la necesidad del papel, del libro, del diario y de la revista. Oviedo dice muy bien por qué. En su artículo recoge una cita no textual del periodista Corpus Barga con la que Clonista ha coincidido en alguna ocasión, sin haberla conocido previamente, y que viene a decir lo siguiente: el periódico de ayer es viejo, pero el de hace un siglo tiene una inesperada actualidad. Eso mismo es lo que ocurre cuando se lee el libro de Haffner, tan centrado en la República de Weimar. De hecho, gran parte de cuanto ocurre en las vascongadas ¿no es una repetición de la historia de aquella república? A ese respecto resulta muy clarificadora la queja de Miquel Caminal -nada menos que catedrático de ciencia política. ¡Y estará tan orgulloso de aceptar como quien no quiere la cosa semejante barbaridad como “ciencia política” en su tarjeta de visita!- en el suplemento terruñacional por la futura aprobación de la ley de partidos ideada expresamente para luchar contra B, según él, y no le falta razón en ello. Bastante menos tiene, sin embargo cuando afirma que “la democracia y el pluralismo se mueren sólo si es el barómetro electoral el que decide cuáles son las cosas que conviene decir o hacer”. ¿Que se gobierne así, es decir, tan mal, implica necesariamente esa muerte que él plañe tanto o forma parte de las posibilidades que brinda el juego político? Extraña sobremanera que el señor Caminal no considere que la situación de los concejales socialistas y populares de las vascongadas sea un motivo de muerte del pluralismo y de la democracia, pero líbrele el dios del sentido común a Clonista de entrar en el coto científico donde el señor Caminal caza argumentos de tanta envergadura y con colmillos tan afilados. A su lado, y sembrado como siempre, Rábago dixit: “¡Qué gran verdad es la propaganda!”. Su personaje está sentado, con la realidad prensada abierta entre las manos, y Clonista, por un momento se mimetiza con el dibujo. ¡Hasta siente añoranza de la dulce fragancia del humo de la pipa que sostiene entre sus dientes jocosos el dibujado lector con televisor al fondo! Luzón, fiscal clónico del jefe Cardenal, no halla delito en Matas tras haberlo buscado en los matorrales dolosos de la captación de votos ultramarinos. Se ve que a la Justicia es imposible aplicarle aquello de que no da una a derechas, pero ofrece al lector, sin embargo -y más aún al sufrido usuario de sus sectarios oficios-, la imagen de una corporación cuyos miembros están tan entrañablemente unidos  -por liañas de devoción y hermoso afecto ejemplar- que representan el más alto ejemplo de armonía social y solidaridad gremial que pueda ofrecerse a la ciudadanía. ¡Dónde queda el famoso lema mosqueteril en comparación con lo que el CGPJ es capaz de hacer! ¡Ay, pobre Sisa! Ha ido a caer el anuncio de su actuación en La Paloma entre dos anuncios de convocatoria de junta general de accionistas y bajo dos noticias policiales: una sobre el desamparo ciudadano y otra sobre las sanciones a los mossos que se divirtieron lo suyo dándole al moro-que-es-de-goma. ¿No pasó casi sin pena ni gloria una maravilla de disco como Visca la llibertat? Si en la literatura la fugacidad de las novedades se mide por meses, no más de tres, en música casi puede medirse por días, ciertamente. También la realidad tiene minuto de caducidad.

viernes, 17 de julio de 2015

17-5-02

       Después de la nevada, Clonista abre la realidad prensada y no se explica que lo voceado en la radio con pífanos de censura y fanfárreas de chúpate esa si pa chulo tú, no merezca sino un hueco en las páginas económicas, como si una huelga general, y en vísperas de esa suerte de baile de debutantes ajamonaos que son las cumbres europeas, no formara parte de la política del país, y sí solo de su casilla económica, sección caprichos laborales. Va para largo, claro, para el 20-J, ahora que ya no parecen estilarse referencias naúticas de este tipo, curiosamente desde que gobierna el PP. Ahí está la convocatoria, llena de incertidumbre, como un pulso de difícil pronóstico. Al ppresidente presumido le ha salido la criada respondona y, como no puede echarla, se limita a afearle la conducta, a recordarle los usos y costumbres entre los finos dependientes del capital y a recordarle que le va a hacer una faena incalificable: dejarle en mal lugar delante de sus colegas, ¡a él!  Mientras, disfruta de su sueño imperial de tercera recibiendo a mandatarios iberoamericanos que se traen la madre patria bajo el brazo. ¡Qué cansina se vuelve la contemplación de la realidad cuando el paso de los días y los meses confirma la agobiante monotonía de las miserias que ocupan y preocupan a tanta gente! Es aforismo clásico que quien sabe gobernar su casa sabe gobernar un estado, pero quien está atento a la realidad de su casa no puede estarlo a la del estado, ni siquiera a la del municipio si éste es, como suele suceder, un estado diminuto. La realidad del siglo XXI va más en la dirección de las ciudades estado que en la de estados de ciudades. El objetivo parece ser reducir el tamaño de esos estados ciudades para darles a los ciudadanos lo más parecido a una vida humana, en su mejor sentido, es decir, en el de la utopía. Los policías se quejan de la Guardia Civil, y andan entrambos a la greña por quítame allá una desarticulación o un registro antiterroristas. Al cabo del tiempo, los socialistas se quedan sin el supuesto informe que avaló el bulo sobre González y sus gestiones políticas en Marruecos, algo muy congruente con estos tiempos en los que la falsificación, el fraude, están a la orden del día, como se aprecia en la reforma de los criterios de medición del IPC y del paro a través de la  EPA. Con este signo de los tiempos, tan dados al engaño inmisericorde, y con la pesadez del calor preveraniego, ni siquiera la esquina cinéfila de la realidad estimula al Clonista colinérgico.

jueves, 16 de julio de 2015

16-5-02

     Y se hizo la nieve en mayo, tan de bienes para quienes la nievan en portada y captarán futuros abonados que habrán subido a la gloria ajena como paraíso propio. Por medio ya han andado, con todo, quienes  celebran porque no cerebran, y hasta con detonación incluida, que es novedad muy propia de los madriles que corren como locos a por la palma de la inseguridad ciudadana. ¿Se lo arreglará la Santísima Trinidad?  Bajo el manto de armiño la realidad parece más amable, como sin aristas, una escenificación de fin de curso a la que asisten obedientes, comprensivos y entusiastas los padres babeantes. Pero la dureza habitual y la monotonía constante siguen reclamando su condición de signos identificadores. En Holanda han votado al modo moderno de la sorpresa, del ¿y si...? que tanto parece haberse impuesto, a juzgar por ciertos relativos éxitos electorales. El sueño vence a Clonista. Qué cierto es que, visto desde tan fuera como las páginas del diario desplegadas, la realidad no es sino un hervidero de ambiciones, malentendidos, perversidades y frágiles inocencias...

martes, 14 de julio de 2015

15-5-02

     Pues sí, ese puntito de terquedad de los hechos de lo real -tenga la parte que tenga de mérito en su definición- no deja de ser un livianísimo consuelo. Se impusieron al final y la inflación se ha disparado como un cohete de verbena, haciéndonos más pobres, y más aún a los funcionarios sacrificados en el altar del famoso déficit cero patatero. La ficción del nuevo cálculo del IPC se ha quitado la careta y nos ha dejado con el culo al aire, y más aún al goppierno, a quien no le queda más remedio que desdecirse y tragarse aquel optimismo telegénico sobre la inocuidad del cambio de moneda. El corporativismo es, quizás, a juzgar por las últimas noticias referidas a la justicia, mal endémico de la sociedad española. Aquellos jueces que dejaron en libertad al narcotraficante al que se le volvía una presión psicológica insoportable el hecho de estar encerrado a buen recaudo han sido exculpados de haber cometido delito. Los nenes malos no se han portado bien, eso sí, pero delito, ¡quiá!, para eso están los compastogados que les componen una exoneración a medida, y casi a pedir de boca, y cafelito. En una columna escondidilla, los obispos y cardenales del mundo se atreven a decir que la causa de la pobreza es la corrupción pública y privada, en la que sin duda tiene su iglesia una parte tan actibbva. A Clonista le llama la atención una noticia de consumo interno del centro emisor de realidad: Marina, José Antonio y Cebrián, Juan Luis debaten sobre “las paradojas de la sociedad del conocimiento” -¡que ya es valor atreverse a ponerle semejante complemento de nombre!- y al buen Cebrián se le ocurre concluir que “no es verdad que quien tiene la información tiene el poder”. A Clonista determinadas afirmaciones le parecen ejercicios malabares de cinismo en estado puro. Dos recomendaciones, una de Miguel y otra del crítico Pérez Senz, muy sensata, invitan a buscar alguna de esas localidades de las que han desertados los “habituales” del Liceo para dejarse llevar a la orgía sanguíneosonora de “Lady Macbeth de Msensk”. Quizás el galope inflacionario y la sangría del recibo escolar de la prole lo impidan. Hoy, miércoles, es, con todo, un día de realidad blanca y sueños de gloria infantiles: la final de la Copa de Europa se vuelve velo que oculta la realidad y que, de ganar el Real Madrid, convertirá el día de mañana en un día de nieve prensada. Al tiempo.
14-5-02

     A pesar del día de asueto arrancado a la salud del cuerpo, las sísifas correcciones escolares le tienen al clonista al borde del colapso. A ultimísima hora se dispone a cumplir con su obligación redundante y a situarse, en consecuencia, en el estado de gracia inefable que le permite día sí y día también asediar a ese concepto de la realidad, tan huidizo a fuerza de rotundo. La epifanía de lo sorprendente, la flaqueza humana, la hipocresía y otras lacrillas veniales y mortales son siempre algunos de los poderosos atractivos que tiene el hecho de desplegar ante los ojos el mapa prensado de lo real. Desde Israel bien se intentó vender la realidad “incontestable” de la incriminación de Arafat en la financiación del terrorismo palestino. ¿No habrá sido la Historia siempre el empecinamiento en la imposición de lo real? De oídas le llega a Clonista lo que también es seña de identidad de la realidad: su terquedad. Es cosa de mañana, y para entonces queda, pero al fin se impuso la evidencia de lo que persevera en su ser, sin falsía sobreañadida que valga: la inflación desbocada ha venido y todos sabemos cómo ha sido, rodando desde enero sobre el redondeo, a pesar de los anfractuosos amaños estadísticos del goppierno. Lo de hoy, a lomos garZonescos del caso BBVA, vuelve a poner en la picota a otro obispado, esta vez el de Bilbao, con cuentas en el paraíso fiscal de Jersey. Clonista, como es obvio, renuncia a cualquier chistecillo barato, pues la noticia lleva incluido el sarcasmo. Se reducen en casi un 40% las posibilidades de morir por efecto de una guerra nuclear, y las albricias parecen dar a entender que ese otro 60% es decorativo, de pega o inofensivo. ¡Ay, estos puritanos acuerdos de putibush! Que la realidad es una obra de ingeniería financiera cada vez admite menos dudas, a juzgar al menos por los rumores interesados desde el omnímodo poder del dinero contra el candidato izquierdista Lula en Brasil, un país donde debería resultar inexplicable el abismo que separa sus clases sociales. Entre varias rutinas, se alza hoy la noticia carpetovetónica de la renuncia gubernamental a explotar la patente del oleato de estrona, una hormona descubierta por un equipo de investigadores de la UB. ¿Su importancia? Nada menos que la de un posible agente antiobesidad. La proverbial perspicacia usamericana ya ha adquirido los derechos para producir un fármaco y sacarla al mercado en tres años. Lo de la viagra se puede quedar en anécdota, desde luego. ¡Pobre Cernuda! ¡Centenariado bajo la presidencia del goppierno y con el delicado poeta castellano Josemari Aznar dispuesto a lucir su palmito ilustroso, por ser generosos...! ¡País de guiñol, este nuestro, ciertamente!

lunes, 13 de julio de 2015

13-5-02

     Después de los ladridos propagandísticos -esto es, conseguido el efecto mediático deseado-  llega  el periodo de reflexión en el que se está dispuesto a reconocer que lo razonable siempre es susceptible de mayores adhesiones, incluso hasta inquebrantables. Por los derroteros del sentido común, la ley de partidos irá perdiendo su carácter de casus belli y acabará teniendo carácter y cuerpo de ley, en vez del de arbitrario decreto sin garantías legales, pero con respaldo popular, contra las armadas moscas cojoneras de B. Al otro lado del top-manta de lo real prensado, la bonhomía de Carter le da alas mediáticas al viejo dictador enfurruñado. Malestar analizado es lo que ofrece Andrés Ortega en su artículo de opinión. En estos tiempos de confusión, el riesgo se ha convertido en un hábito, un reto, un peligro y, según la cita de Giddens, un estímulo. Clonista lo tiene crudo, porque Ortega indica que el espacio político único es, hoy, la televisión. A ese respecto, Clonista venía preguntándose ya hace varios días qué había sido del gran Satán terrorista que amenazaba al propio mundo, de uno a otro confín, el multimillonario filousamericano en tiempos, Bin Laden. El gran silencio se ha hecho. Afganistán prácticamente ha desaparecido del globo encuadernado de la realidad prensada. Bin Laden y sus secuaces se han mimetizado con la sombra y han pasado al archivo de donde oportunamente serán rescatados cuando toque, según el estilo pujoliano que debería haber tenido mayor éxito coloquial y gubernamental, hasta convertirse en la expresión internacional más conocida de Cataluña, tras el museo del Barça y la imaginación sensualísima del místico Gaudí. ¡Qué combate, el suyo, entre el delirio de los sentidos y la represión mística!  Al margen de la “ola de inseguridad que nos invade”, el asesinato de la joven de Vigo una tarde en que salió a correr le impacta a Clonista por la afinidad deportiva. Hasta el presente, los enemigos del corredor eran tres, tradicionalmente: los perros, los coches (y motos) y los médicos. Añadir otro, los asesinos sádicos, provoca un escalofrío sobresaliente. La única realidad para muchos millones de personas habrá sido hoy, sin embargo, el final de la liga de fútbol, la rellegada de míster positifo-negatifo al Barça, la antesala de la gloria o el fracaso del Madrí en Glasgow y el futuro campeonato mundial en Corea y Japón. ¡Qué de mundos incomunicados! Hay puentes, sí, o quizás sólo pasarelas frágiles, pero Clonista tiene la impresión de que son incompatibles, aunque la obligación de atravesar más de uno, como por ejemplo el voto democrático, genera monstruos, no en tanto que sueños de la razón, sino, precisamente de lo contrario, de la sinrazón.
12-5-02

     A toro pasado, como algunos días en que la realidad de corto radio se impone avasalladoramente y te gobierna, Clonista se acerca a la supuesta realidad de largo alcance, esa ilusión escenográfica salida de la mente de un enajenado. Ayer la coincidencia con Miguel en la cola de la exposición Paris Barcelona se llevó el día con los fastos de la amistad y los lametazos en las heridas profesionales. Un lunes de buena mañana -hoy sí, de sol contundente tras una semana de lluvias- la realidad prensada del domingo se ve lejana, conseja de ancianos, sello pegado al sobre vacío de una carta cuyo aviso llega con posterioridad a la consumación de los hechos. El domingo, no obstante, se aminora el ritmo trepidante de la información y se cuelan en la recopilación de lo real algunos remansos recapituladores. Tal es el caso de la entrevista con Rajoy, un ppresidenciable sombrío y de humor agrio y cuartelero, cuya lista de obviedades y pproppaganda poco o nada tiene que envidiar a la de su jefe de filas prietas. Los actores de la información se lucen en esas exclusivas intrépidas que forman parte del juego profesional de los portavoces de la realidad, moiseses reveladores de la palabra del gran demiurgo. La crónica con imágenes del asedio a la iglesia de la natividad en Belén es el bocadito de gloria del día. De mayor importancia es la revelación del trucaje burdo de algunas pruebas incriminatorias contra Arafat por parte de las fuerzas de ocupación y devastación. Y de mayor aún el que los israelíes, aun en número reducido, se hayan sacudido el temor a ser calificados de quintacolumnistas de Arafat y se hayan manifestado contra sus gobernantes electos y erectos en una orgía de sangre y destrucción. No habiendo ataques personales de envergadura -en las palabras, claro, que no en los escuálidos contendientes del ruedo político- la realidad nacional se presenta como un mar con calma chicha en la que sólo la acusación maragalliana a PP y CiU -¿será la cópula siempre minúscula por el pudor democristiano de Unió?- de ser los responsables de la inseguridad ciudadana levanta un pequeñísimo oleaje, a no ser que sea una muestra no en exceso críptica de por dónde van a ir los tiros de la próxima campaña electoral municipal. Por lo demás, Clonista sigue dándole vueltas a la idea fuerza del aburrimiento bostezante que dimana de la lectura de la realidad filtroprensada, no tanto por el ya comentado agotamiento similar al síndrome Stendhal del turista, sino por algunas razones de mayor complejidad, como por ejemplo el rígido esquema de sucesión de las noticias o la omnipresencia de los criterios ideológicos con que se fragmenta ese bloque macizo y casi impenetrable al que llamamos realidad con la intención de que el nombre nos convenza de su existencia.
11-5-02

     No se sabe si por la mediación internacional, el agotamiento del impulso genocida o la existencia de algunas encuestas secretas que amenazan con la pérdida de votos o las ganancias  de los mismos por parte de los partidos rivales -¿hay hoy en día partidos rivales en Israel?-, el caso es que los activistas palestinos han salido de su refugio con todas las bendiciones para escapar de las fuerzas represoras israelíes. He ahí desplegada la principal realidad del día. Son acuerdos que sorprenden, porque permiten pensar que si se han puesto de acuerdo para eso podrían haberlo hecho para atajar el terrorismo suicida, acordar el reconocimiento del estado palestino o resolver cualquier otro contencioso de los muchos planteados entre dos comunidades que, forzosamente, habrán de convivir íntimamente. Aceptar la existencia del otro, el derecho a ser, es el quid de la cuestión. Y lo que parece que la realidad ya lo da, la existencia, no deja de ser una ficción sujeta a las reacciones insospechadas de quienes han de vivir con ella. Nadie debería poder negar la complejidad de lo real, aunque muchos intentan reducirla, limitarla, violentarla, y, en el más insensato de los casos, negarla. La tentación de la simplificación está siempre presente, y quien más y quien menos se ha dejado seducir por ella, y las empresas periodísticas las primeras, según se comprueba en la pulpitis aguda de tantísimos editoriales. La reacción de los conciudadanos de Pim Fortuyn es un caso elocuente, tal y como se anticipa que Cees Nooteboom, con quien Clonista se complace en coincidir, esclarecerá en oportuno reportaje el domingo. Dentro de esa complejidad está, por descontado, la imperiosa sensación de la irrealidad de la realidad, la intuición de que todo cuanto sucede más allá del estrechísimo círculo de la vida individual es el famoso cuento lleno de ruidos y furia chespiriano. En medio del horrísono concierto suena a veces la melodía dulce de la pureza. Una chica de 13 años se acercó a un niño de 8 años que estaba sentado en una acera y que había huido de su casa, víctima de los malos tratos de sus padres. ¿Por qué ese contacto real humano y solidario le parece a Clonista la verdadera gran noticia del día, la realidad que se impone con una belleza inmarcesible? La verdadera miseria es no tener casa, dice Giselle, en el reportaje sobre un congreso en el que se analizó la situación de los pobres en la construcción de Europa. Sin duda.

10-5-02

     Familiaridad, quizás excesiva, es lo que se acaba teniendo con lo real prensado. El trato cotidiano tan intenso le quita solemnidad al devenir histórico, y Clonista es buena prueba de ello cuando salpica su clónica con juicios de valor irreverentes y tan atrevidos como solo la familiaridad lo permite. Todo es cercano, como los personales y esclavizadores afanes cotidianos; todo es rutinario, hijo de ciertas inercias que alimentan el sobrentendido; todo es, en fin, el pasatiempo ocioso de una hora encallada -y a veces bien enca-nallada-, en mitad de la tarde o la mañana de un constante fluir de agobios. Colocarse ante el diario, dispuesto a extender ante los ojos un mapa lleno de caminos circulares, es en sí -sin guiones- una realidad que la suspende: el tiempo de la lectura no deja de ser un tiempo ocioso, un tiempo muerto, acaso un descanso merecido, que siempre acaba transformándose en un diálogo imposible. Nada tan humano como rebajar la importancia de lo que nos rodea, cumplir a rajatabla la máxima castellana predilecta de Mairena: nadie es más que nadie. A pesar, con todo, de la dimensión trágica de algunos hechos ocurridos en lugares lejanos a los que nos llevan los diarios en una suerte de viaje turístico al horror, como en el caso de la república rusa de Daguestán, fronteriza con la atormentada Chechenia. Clonista desvía la mirada desde la información hacia la infografía para solazarse en el reconocimiento geográfico y añadir a su archivo mental datos irrelevantes cuya arbitraria retención siempre han constituido un misterio para él. La realidad puede entenderse de ambos modos: recopilación de los "momentos estelares" de la humanidad desde un discurso fundamentado; amalgama absurda de datos dispersos y heterogéneos; verbi gratia: encontrar la citada frase de Marx acerca de que los grandes hechos y personajes se producen dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa, en la apertura de El 18 brumario, si bien lo que hace es completar una frase de Hegel. ¡Qué gran cruz el diletantismo! Autodisculpado, Clonista observa que la España autonómica, aún sin despejar las brumas de cierto secesionismo que no deja de amagar, va creando escuela europea, según ha de deducirse de la propuesta de Blair de generalizar parlamentos por los cuatro rincones de su excéntrica isla. No muy lejos de la política multiplicada ad náuseam en lo que de peor tiene ésta, la politiquería cominera, aparece una información relativa a un “señor de la guerra”, es decir, puesto que necesita traducción el bello título medieval, de un faccioso asesino sin escrúpulos, ingenuamente armado por la CIA, justo quien ahora trata de acabar con él en ese hermoso juego de despropósitos que es “el tablero de la política internacional”. ¿Gracias a quién, o quiénes, hizo fortuna el eufemismo? Quizás fue con motivo de la guerra de Eritrea, otro más de los terribles fracasos de la especie humana. En todo caso, repetirlo no deja de ser un amaneramiento intolerable y un insulto menor a quienes quieren forjarse esa parte de la realidad del modo más verídico posible, siempre aproximado, por supuesto. El orden rígido de la realidad prensada parece dejar poca iniciativa al lector para construirse él mismo una realidad según sus propios criterios. Quizás fuera insoportable el hecho de acercarse al noticiero escrito y comprobar que las noticias aparecían distribuidas en las páginas al capricho del azar, pero ¿sería un reflejo de lo real tan real como la propia realidad? Es muy probable que el aturdimiento de la amalgama desordenada retrajese al aventurero de lo real, le disuadiera de entrometerse en el laberinto de lo vivo. Metidita en sus celdillas, la información se amansa, se vuelve mascota doméstica que podemos abrir sobre nuestro regazo mientras saboreamos un café, un té, un poleo o una cerveza: no daña, tampoco ilustra, no convence, y siempre se aprecia, eso sí, su formalidad. La ocuppación de la Justicia sigue su curso. Se le reprochó a Guerra aquella ingenuidad vocera sobre la muerte de Montesquieu, pero hoy el goppierno -pactos zapatero-cobertores por medio- lo entierra con discreción. Tímidamente se apunta alguna rebeldía política e incluso judicial, como a propósito del despropósito del se ve que obligado favor guppernamental a Liaño, pero el goppierno pone cara de mayoría appsoluta y aquí no ha pasado nada y a otra cosa gaviota. Revueltilla anda la realidad cuando se huele el husmo de las elecciones próximas: aparecen entonces los personajillos a la caza y captura de su lugar bajo el sol que más calienta. Mendiluce, por ejemplo, cambia de caballo -a lo garz/çón- y, sin bajarse del anterior, le hace el juego sucio a la izquierda posibilista. Y por ahí anda un heredero del Ducado de Suárez, atento a las carambolas que le permitan pasar de la base a la semicúspide política por derecho de cuna y de fotogenia neoliberal. Después se le buscan explicaciones a la distancia que separa a los ciudadanos de los políticos. Que la principal novedad de la ley antirreforma de la educación secundaria sea la confirmación de la sumisión del estado español al estado vaticano, ¿no es ya motivo suficiente para abjurar de ella, desnaturalizarse del primero y apostatar de la razón de ser del segundo -en el caso de quienes aún sigan siendo fieles de éste, pues que tan pocos de ellos hay-? Por otro lado, dicha reforma entra en un terreno tabú: la carrera profesional, rechazada hasta el presente por ciertos sindicatos empeñados en hundir la enseñanza pública con su seguidismo acrítico de las diferentes administraciones educativas. Ya se verá en qué para una ley que quizás contiene medio buenas intuiciones junto a aberraciones palmarias. El futuro debate político servido permitirá oír el coro de grillos que cantan a la luna, con notables intervenciones, sí, sí, de dar la nota. Andres Rábago lo clava, como siempre: “El botellón también es cultura. ¡No sólo lo va a ser el fútbol!” Cuando tenemos el catálogo de culturas más extenso de occidente, ¿cómo no incluir en él, con todos los honores de revuelta, como la de aquella contra el acortamiento de las capas propuesto por Esquilache, que no salió esquilado, en verdad, el archipopular botellón? Clonista ha oído hablar acerca de la cultura de la violencia, de la cultura de la droga, de la cultura de la pintada, de la cultura okupacional, de la cultura del insulto, de la cultura de la incultura, de la cultura televisiva, de la cultura del cómic y de tantas otras más que no puede sorprenderse ahora de que se incluya la del botellón, lógicamente. Clonista se reintegra a la cultura del silencio en espera.