sábado, 6 de junio de 2015


6-4-02

     En los fines de semana se ha convertido ya en una costumbre que la clónica se retrase hasta solaparse con el día siguiente. Ayer la causa fue la dedicación artística y la salida al cine para ver Gosford Park, de Altman, película medida donde las haya, con un extraordinario ritmo lento pero intenso y unas interpretaciones magistrales, todas, arriba y abajo, amos y criados. Sorprendía ver a Kristin Scott-Thomas transmutada en Marlene Dietrich, y se agradecía el rescate de los silencios expresivos, tan de capa caída en el cine de los últimos tiempos. Quizás no sea otra la magia del cine que su capacidad para imponerse como auténtica realidad sumergiéndonos en la nada de la oscuridad, convirtiéndonos en el ojo cosmológico que todo lo escruta. Ningún otro arte es capaz de conferir tanto poder al receptor. Y el cine es, sobre todo, fragmentación, retales bien cosidos. Espejo objetivo de la realidad nuestra de cada día, pues; ficción de un continuo que no existe sino en el recuerdo. En ese caos de pedazos más o menos grandes y de naturalezas variopintas, Clonista sabe que se ha de poner orden, que las empresas periodísticas son las primeras en hacerlo, pero que, después, cualquier lector ha de establecer su propia jerarquía. Y ahí es donde Clonista se resiste a entrar en el juego, porque la ludopatía también afecta a nuestra ¿simple? relación con lo real, sin que el azar ande de por medio. Homo ludens donde los haya, Clonista se vería incapaz de establecer esa jerarquía de lo real cada jornada. Seguramente porque, desde la propia vida personal, casi nada de lo conocido a través de la prensa toca tan de cerca como para convertirlo en un suceso íntimo, relevante. Sin duda, prestado al deleznable y absurdo juego por una vez y sin que sirva de precedente, lo esencial de la realidad del día de hoy es la aparición de un número de la revista Poesía dedicado a Arthur Rimbaud. La noticia resume el contenido de la revista y destaca la huida compulsiva de un escritor visionario, un vidente a quien, agotada su visión, la Literatura se le volvió una carrera de vanidades estúpidas. El angelismo notabilísimo de su rostro adolescente contrasta con el rostro duro, anguloso y despiadado del mercader maduro que buscaba fortuna en la aventura y aventura en cualquier huida, hasta que la enfermedad lo redujo: la pata quebrada y en casa. Esa es la gran noticia de la realidad del día de hoy. Por cierto, ¿cuándo novelará alguien los terribles amores entre Verlaine y Rimbaud, y otro alguien se atreverá a llevarlos al cine? Bien, claro. La segunda, menos espectacular que la primera, es la adulteración de los vinos de marca con cien años de antigüedad. De esa realidad exquisita -tan alejada del humilde vivir de Clonista-, extrae éste, sin embargo, una expresión  poética, la parte de los ángeles, que envidia y se le clava en la memoria como un hallazgo que hubiera deseado personal. Esa parte no es otra que la evaporación que sufren las viejas botellas de vino, las cuales pueden ser rellenadas con vino que, preceptivamente, ha de pertenecer a otra botella que sea de la misma casa y del mismo año. Por ahí, en ese relleno, es donde se verifica el fraude, pues en vez de malgastar una botella de cien años para cubrir las evaporaciones de otras botellas, se utilizan vinos más recientes para tal menester. A Clonista se le escapan los flecos legales del asunto, pero está de acuerdo con el viticultor procesado: Los millonarios que compran estas botellas saben que han sido reacondicionadas, pero que son excelentes. Estafar sería vender vino de mala calidad, hacer pasar por Burdeos lo que se ha cosechado en otra región. En el fondo, qué más da, si ese problema sólo puede afectar a la minimísima parte de la población que puede permitirse el lujo de pagar 2.500 euros por una botella de vino. Lo importante seguirán siendo los sorbos angelicales, la ebriedad divina. Frente a ambas realidades, una biográfica y la otra léxica, de idéntico furor creativo, ¿cómo es posible que una trivialidad como que Arafat y Zinni hablen del Estado palestino, con la que está cayendo -¡con los que están cayendo, propiamente dicho!-, se encarame a ese lugar preeminente de lo real; o que lo haga la miseria dialéctica del PP al cuestionar la honestidad intelectual de los reparos del PSOE a la nueva ley que posibilite ilegalizar partidos políticos; o la mera constatación de la validación de la sentencia que condena al mamarracho fascistoide de cristiano nombre y verbo luciferino, tan dado a las pelotas y a las construcciones fraudulentas? Si acaso alguna noticia hubiera de competir con aquellas dos reseñadas, sería la del fraude de las cuentas en paraísos fiscales del BBVA. Como suele leerse al destaparse noticias de este calado: habrá que estar atentos a las próximas revelaciones, pues, al parecer, el Gobierno habría podido hacer chantaje al BBV para promover una fusión con Argentaria más ventajosa para ésta que para aquél, o como Clonista ha oído de refilón a algún tertuliano en la Ser: el pez chico se comió al grande en esa fusión. En esos juegos de Cluedo a que tan aficionados son las gentes del capital en cualquier latitud -también en Gosford Park había mucho de Cluedo, por cierto-, reconoce Clonista un interés que ya se confirmó en el curioso vodevil reciente de tanto éxito llamado Gescartera, cuyas representaciones, para disgusto del Gobierno, uno de los actores principales, concitan una audiencia siempre creciente.  En fin.

jueves, 4 de junio de 2015

5-4-02

     Hoy, atrevimiento insólito, Clonista se anticipa a la realidad ignota y se instala, muy brevemente, en un día no nacido sobre el que no puede decir nada que no sea aventurarse en oficio de futurólogo, para el que quizás esté menos dotado aún que para el de clonista. La fecha anodina encabezando un vacío luminoso se ha convertido en una tentación, la de emborronar el comienzo del nuevo día. Si dispusiera de más tiempo y menos sueño, quizás se aventuraría a formular algunas hipótesis o predicciones tan facilonas como la continuación de ciertos hilos conductores, pero se trata de un juego absurdo y aburrido. Lo poético del asunto estribaba en adentrarse en este nuevo día sin tener nada que decir y sin saber qué dirá de aquí a unas pocas horas. El nuevo día, ya transcurrido, ha resultado ser un día tan viejo como el de ayer, igualmente apegado a las rutinas y con escasísimas novedades. Si acaso, la contraportada, alusiva al posible traslado de la residencia de los niños de San Ildefonso -los cantores de la lotería de Navidad-, le ha traído a Clonista el recuerdo de un amigo perdido, Salus, quien fue profesor de química en esa institución. Y si los amigos se pierden en ese trasiego del vivir, ¿cómo no va a perderse la realidad, mucho menos cercana y afectuosa? De todo el repaso, largo repaso a la realidad prensada, Clonista apenas ha retenido sino dimes y diretes, tensiones, publicidad, mucha publicidad, algunas lelas expresiones de felicidad por lo bien que les van las cosas a quienes las exhiben y tufos inmensos de vanidad, malas intenciones, desconciertos e ingenuidades. ¿Es la realidad prensada un espejo? ¿O un pozo? ¿O un agujero negro que devora tantísimas energías como despliegan las gentes, Clonista entre ellas, por supuesto, para vivir las largas y duras jornadas que transcurren en un santiamén? A Clonista, aún no del todo vencido por el cansancio tras la jornada con final natatorio, se le queda cara de imbécil ante el vacío sorprendente en que permanece tras haber cerrado las difícilmente manejables páginas del diario, tan inclinadas a vencerse en todas las direcciones posibles, a retorcerse en las manos como si las espolearan las dramáticas y violentas noticias del interior. Sabe que Piqué y Solana han hecho el ridículo de la impotencia. Sabe que Aznar, resabiadillo ya tras sus años de poder absoluto, se complace en  castigar a Zapatero con la vileza del acomplejado. Sabe que un nuevo IRPF acabará favoreciendo exclusivamente a quienes más ganan, los votantes habituales del PP. Sabe que se ha descubierto el genoma del arroz, más complejo, al parecer, que el de los seres humanos. Sabe que en la situación de excepción que se vive en las vascongadas un tiroteo de mala película de espías ha puesto una guinda trágica a un pastel podrido. Y sabe que hoy hay un desfile de críticas de cine que le han dejado indiferente, pues ninguna le ha llamado la atención lo suficiente como para proponerse ir a verla, y ello a pesar de que mañana será día de cine, gracias a la abnegación de la abuela que acoge a los nietos, para Clonista y su conjunta. Las dudas no dejan de asaltar a Clonista de forma continua. La fundamental es sobre el sentido del compromiso adquirido y, entre las accesorias, destaca sobre todo la inseguridad de haber acertado con el planteamiento, el tono y la selección del contenido. ¡Ahí es nada! Como para seguir, después, uncido a este carro de Tespis donde se representa la comedia más vieja del mundo. A veces Clonista se cansa de ver repetidos los mismos telones de fondo y de insistir en argumentos archimanidos, y tiene la tentación de dejarse llevar por la imaginación retozona, pero de momento aguanta, se contiene y se ajusta al plan concebido ¿en mala hora? En todo caso, con la facilidad engañosa de las falsas promesas.

miércoles, 3 de junio de 2015

4-4-02

     Hoy tampoco es el día de lo marginal. Lo que no deja nunca de sorprenderle a Clonista es la facilidad con que la realidad prensada desaparece de la mente del lector apenas han pasado unas horas desde que la leyó. ¿Será una estrategia para renovar nuestro interés por lo que sucede, para sentirnos parte de ese entramado disparatado que contemplamos y analizamos como si fuese la gran aventura de la Humanidad? El arte es más exigente que la realidad, sin duda. Mientras en la realidad somos capaces de interesarnos de forma plural, el arte exige una dedicación singular y exclusiva. El ridículo europeo ante la sangrante agresión israelí a Palestina no pasa de ser un capítulo más del secular modus operandi histórico de los famosos intereses nacionales. La tradición judeo-cristiana pasa factura e impone posturas, y si a eso se añade la mala conciencia alemana y francesa por su antiguo antisemitismo, más los intereses económicos y el "despiste" de otras naciones que miran hacia otro lado, o directamente hacia sus ombligos o, temerosas, hacia la decisión -que no llega- del patrón usamericano, el resultado salta a la vista y a la vergüenza de quienes contemplan el poco valor de las causas justas. Extendida la especie de que Sharon y Arafat son hombres ancianos e incompetentes que han de ser sustituidos para poder llegar a nuevos acuerdos, parece que se haya hallado ese justo medio que permite a los analistas cuadrar el círculo de la recriminación, la lamentación y la independencia de criterio, que vale tanto como no juzgar. La fragmentación de la realidad genera una pluralidad imposible de abarcar. La realidad prensada, una entre las muchas posibles -y ahí están las diferentes empresas de comunicación a las masas para comprobarlo-, le recuerda a Clonista permanentemente la tenue ligazón que existe entre él y los contenidos de esa fragmentación caótica. Sí, la realidad es un caos cuyas leyes son imposibles de determinar, simplemente porque no existen. Todos los cuentos que intentan "dar razón" de ese caos, no dejan de ser historias más o menos artificiosas para pasar el rato o entretener la espera de la muerte. La polémica sobre la futura ilegalización de Batasuna exhibe el lado más patético de la realidad: su condición exclusivamente verbal. Lo que para la Literatura es toda la vida, para la vida cotidiana es mala literatura. Clonista, alarmado por el exceso de publicidad que se apropia de lo real, de tal modo que a menudo resulta difícil deslindar los terrenos propios de ambos, se propone -otro más de sus compromisos fáciles y de casi imposible cumplimiento- hacer el escrutinio pertinente cuando los agobios de lo inmediato le dejen respirar tranquilo unas horas. Son los rostros sonrientes que se asoman a la cámara del fotógrafo para ilustrar las famosas "promociones", sobre todo culturales, los que le han llamado la atención. Seguramente el exceso conduce a la indiferencia, la mucha oferta al retraimiento del consumo. ¿Y qué ardite se le da a Clonista de todo ello? Es incorregible su tendencia a las muchas varas en las camisas. Ahora, camisón de dormir.
3-4-02

     La lluvia tenaz -pero no tan intensa y devastadora como en Tenerife o Alicante- vela en parte la realidad. En los dias lluviosos parece que la realidad tenga menos cuerpo, que sea algo más sombra de lo que a veces es. La preocupación por no calarse hasta los huesos aleja al común de los mortales de interesarse por lo que suceda más allá del frágil espacio de imposible secano que delimita un paraguas agradecido a la ausencia de viento. El diario, leído donde se haya podido, en el caso de Clonista en el tibio sillón acogedor de las sobremesas caseras, se vuelve repetición, como la sucesión de gotas idénticas. A medida que el conflicto desatado por Israel se hace más crudo y violento, las noticias van quedando sepultadas bajo los silencios o las opiniones. Una pregunta se vuelve acuciante: ¿qué hacen los laboristas israelíes en el gobierno genocida de Sharon? Clonista, que soporta a duras penas la tentación de caer en el editorialismo, valiéndose de la tribuna que también admite su clónica, se hace una pregunta simple y supone que común a cuantos se interesen por ese gran cuadro de la realidad que se va pintando ante nuestros ojos cada día. A su modo, ¿por qué no?, la realidad es también un enorme museo lleno de cuadros animados, y como todo museo, un espacio inhóspito, excesivo y aquejado del mal de la grandeur. La realidad siempre ha querido dejar bien claro su dominio absoluto sobre la especie humana. Y nosotros la hemos reverenciado, siempre dudando de nuestro propio poder de abolirla. Zapatero propone reformas educativas para evitar el fracaso escolar. Hay un malentendido, que es la única forma humana de entenderse, bien evidente: ¿acaso puede garantizarse a una sociedad que no habrá fracaso escolar? Lo mismo vale para el empleo, el terrorismo, las viviendas, etc. Es loable la cantidad de energías que se gastan para tratar de convencer a los demás de que la realidad es un invento defectuoso y fácilmente corregible: ahí están las leyes y los decretos. ¡Ay, Señor…!, que diría Carrillo. Menos mal que entre tanta vaciedumbre aparece el señor Hortelano, García, y Clonista recuerda ipso facto su hermosa y atrevida Gramática Parda, título "alto, sonoro y significativo", como corresponde. Y bien poca cosa más. La realidad tiene a veces tendencia a enredarse en naderías de baja estofa que le hacen pensar a Clonista en la dimensión onírica de que se reviste cuando sale a exhibirse, bien prensada, ante los ojos descuidados y un poco legañosos de los lectores con prisas y agarrados a su sempiterna muletilla: ¡pero qué barbaridad! Aún queda pendiente el escabroso escarceo por los márgenes de la realidad. Pues eso.

lunes, 1 de junio de 2015

2-4-02

     La realidad en el primer día de trabajo tras la semana de vacaciones -¿hasta cuándo seguirá determinando el calendario religioso de una de las religiones del país las vacaciones de todo un pueblo?- se tiñe siempre de un color oscuro y desesperanzado. Con todo, la esperanza de lo poco que queda para acabar otro curso sinuoso y empinado como un ocho mil tibetano presta un aliento que permite no desfallecer. El primer término de la realidad prensada lleva, como desde hace muchas semanas, al estupor que produce ver la intervención militar israelí en Palestina. Las múltiples persecuciones que han sufrido los judíos a lo largo de su existencia siempre han hallado la comprensión e incluso el favor no sólo de Clonista sino de cualquier persona de bien, y el vínculo espiritual y moral que todos hemos establecido con el pueblo judío tras el Holocausto está fuera de toda duda. Ahora, sin embargo, se han dejado arrebatar ese puesto de privilegio por mor de la belicosidad fanática de Sharon y lo han cedido a los palestinos, cuyo sufrimiento admite parangón, y si no que se lo digan a Saramago. Desde la última página, la voz sermoneadora y en permanente posesión de la verdad última, es decir, el verbo flagelador de la pura periodista Rosa Montero, reparte estopa a tirios y troyanos sin distinción alguna. Para ella tanto monta monta tanto Arafat como Sharon, y son ellos, parece deducirse, los principales obstáculos para llegar a una solución razonable que, sin embargo, no parece existir, de momento, según son de grandes las cantidades de odio generadas por el sinsentido de las muertes que se intercambian de desigual forma. Clonista está convencido de que la realidad se simplifica excesivamente cuando la atención mediática es de carácter excluyente. Qué importa esta o aquella elección, este o aquel conflicto también permanente, cuando un suceso se erige en "el suceso", "el evento". Clonista tiene la incómoda sensación de estar asistiendo a la "escritura de la Historia", y no le gusta nada el espectáculo lamentable de la selección y presentación de sus páginas notables. Parece que aún estemos en tiempos de Suetonio, por el culto a la personalidad que se desprende de la escritura histórica actual. Se le reprocha al César de hoy que no se preocupe por las discordias civiles de las colonias, pero ¿por qué habría de hacerlo? "Sharon tiene derecho a defenderse", habló el bushoráculo, y ahí quedó enunciada la doctrina. No se le puede pedir más al torpe devorador de galletas. La reducción de la realidad, más patente aún en la España vasquizada, desalienta a Clonista, tan dado a la anécdota, la sal de lo real. De poco sirve abrir los ojos a mundos tan anchos si luego las ventanas son tan estrechitas. Hoy ya, con el retraso habitual de lo impreso, aparece la devastación de la "gota fría" que dejó helados a los tinerfeños, y embarrados. Es inevitable que el asombro del receptor sea la constante en su relación con la realidad prensada, y que, al mismo tiempo, ese asombro se convierta en una distancia protectora que le permita seguir el desarrollo de las noticias. La realidad no es abarcable ni en una milésima parte de ella. La realidad tiene una capacidad destructiva casi ilimitada. Al igual que Clonista rehúye seguir ciertas inclinaciones personales que le llevarían a la destrucción de su realidad individual y social, pues saltaría hecha añicos; del mismo modo se parapeta ante la acometida de determinadas noticias que lo llevan a una angustia de difícil curación. El contrapunto de la farsa siempre está al quite para convertir la realidad en un lugar habitable: Villatoro, diputado de CiU, ha sido nombrado por Mas para dirigir la televisión pública catalana. Y nadie puede llamarse a engaño: ha sido nombrado para dirigirla, ni más ni menos. La potestad del Gobierno de la Generalidad  ampara la decisión. En tiempos de crisis de liderazgo, sólo a santa Televisión se encomiendan los mediocres, para ver si triunfan entre sus iguales. El sainete catalán -función que sustituye la exótica y obsoleta El oasis catalán- lleva tiempo en escena y promete más puñados de risas molares y alguna que otra carcajada incisiva. Y Clonista, pasado el límite del día, la hora lobuna de su imposible transformación, cede, aunque se lamenta de no haber sido capaz aún de dar de lado a la realidad estrellada, ignorarla, para adentrarse en el bosque en miniatura de la realidad marginal que sirve de cimiento a la hiperbólica, o hiperdiabólica, en todo caso, hiperdúlica. ¿Mañana? Lejos de Clonista los compromisos y las promesas, espada y pared de sus angustias: simple camino que invita al recorrido, a la jornada.

1-4-02

     En la frontera del día de hoy con el de mañana, Clonista se sienta, tras un día dedicado a la amistad, ágape y mona incluidos, y abre las páginas de su más allá cotidiano donde le aguardan, a buen recaudo, continuaciones nada sorprendentes de historias tan repetidas como la propia humanidad. Arafat convertido en un nuevo Allende -salvando todas las distancias habidas y por haber- espera quién sabe si su ejecución o su aprisionamiento; en todo caso, siempre saldrá de donde está convertido en héroe o en mártir, es decir, un motivo más para que jóvenes palestinos sigan inmolándose y al tiempo asesinando a cuantos más enemigos mejor, sobre todo civiles como ellos, que no militares, siempre tan defendidos y precavidos. ¿Cómo no se previó que una Intifada pétrea daría el salto cualitativo a la Intifada explosiva? Clonista no quiere comenzar a formular preguntas absurdas o ingenuas, porque en el actual estado de cosas, tan radicalizadas las partes -obra satánica de Sharon-, ¿qué sentido tienen las preguntas cuando ni de hecho lo tienen ya las respuestas? La España vasquizada continúa con su exhibición impúdica: el ombligo de la realidad peninsular es, y baila la danza del vientre día sí y al otro también, hipnotizando a una parroquia que haría bien en exigir el derecho a voto en aquella comunidad que es la suya, por uso y abuso, por derecho de réplica y por el sufrimiento acumulado. Poca realidad es la de este nuevo mes que se inaugura festivo y dramático en Tenerife, donde una tromba de agua ha acabado con la vida de cinco personas. En estos casos, claro, no hay imagen que pueda captar, como en la fotografía del choque de trenes, la dimensión de la tragedia, de ahí la columna semiescondida. Al Papa, que va prendidito por alfileres, quizás le operen de una rodilla. ¿De verdad necesita el Papa esa operación? ¿No necesitará, antes bien, que lo dejen morir en paz, en esa paz que parecen negarle mientras el colegio cardenalicio hace sus primarias secretas? En noticia más escueta y escondida aún se comunica la apertura de ¡siete salas! de cine en versión original justo al lado de la casa de Clonista. REALIDAD con esas mayúsculas es un suceso así, que a la vuelta de la esquina tengan Clonista y su señora, cinéfilos de pro, 7 salas Renoir, cuya programación es tan exquisita como su respeto al cine, aunque un gran paso adelante sería la prohibición de consumir las apestosas, colesterólicas y crujientes palomitas de maíz. La gran biografía de Hernán Cortés, un gran señor de la guerra, queda más a trasmano, desde luego. A estas alturas de la Liga de fútbol, aflora la emoción por saber quiénes entran en la gloria de la Copa de Europa y quienes se pierden en el pozo de la Segunda División. Clonista reconoce que gran parte de la realidad viene determinada por los acontecimientos deportivos, sobre todo un lunes como el presente, pero, a pesar de sus inclinaciones deportivas, el espectáculo de los acontecimientos deportivos rara vez le transmite la emoción que suelen sentir quienes, sin embargo, no mueven jamás el cuerpo, si no es para dar unos botecitos cardiopáticos de celebración. En fin, quizás haya, a partir de ahora, que seguirles el rastro a esos "eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa" anchísima de la realidad. Pues eso.

domingo, 31 de mayo de 2015

31-3-03

     De nuevo, ya en el hábito y la habitación, la realidad vuelve a cobrar un cuerpo de ventaja y se escapa hacia la Historia. La pereza dominical teme enfrentarse al engorde artificial de los diarios, a imitación de los Usamericanos. A las empresas les gustaría tenernos hocicados ante sus piensos buena parte del día, a juzgar por la oferta, pero los domingos son días de asueto, de suelta y de refugio, de olvido y de compromisos familiares. La suerte de un lunes festivo alivia la fuerte presión de "cubrir" -poco amorosamente, por cierto- esa realidad que casi siempre engendra monstruos. Sharon está en un tris de ordenar el asesinato de Arafat, y se contiene nadie sabe por qué. Quizás porque provocaría una guerra total: todos contra Israel. Y contra Usamérica, claro, que no los abandonaría, ¿o sí, parcialmente? Mejor no hacer apuestas, aunque la realidad también se mueve por ellas. Confirmando las apreciaciones de Clonista, la empresa ha soltado a sus sabuesos para escarbar en la vida profesional de Mafiosconi y determinar la exactitud del alias, lo que tampoco merecía un despliegue "de alta intensidad", pues la vox pópuli suele ser muchas veces la auténtica voz de lo cierto. Hacía tiempo que las ventanas prensadas -desde la aparición de Windows la realidad se divide y subdivide exclusivamente en ventanas- no mostraban la tragedia de lo imprevisible. En este caso un choque de trenes, siempre tan aparatosos. Habiendo visto hace poco El Tren, de Frankenheimer, con un excelente Burt Lancaster de heroico resistente francés, las imágenes del choque en la estación se superponen inevitablemente a las de la ficción y a Clonista le cuesta discriminar la dimensión exacta de la tragedia, aunque la reconoce. La muerte y el sufrimiento "son" la noticia. La paz y los acuerdos, "también", pero menos. La muerte de Savimbi ha dado paso en Angola al fin de la guerra civil. La estela: 800.000 muertos en veintisiete años, además de la ruina económica. Clonista, como los lectores habituales, es insensible a las cifras desrealizadoras. Clonista quisiera ponerse en la piel de cada una de esas 800.000 víctimas y mirar la realidad desde cada una de sus individualidades, ver, desde allí, los sueños, los deseos, los recuerdos, los afectos, las ambiciones, los odios, las nostalgias..., pero le es imposible, le acomete un vértigo bullicioso que se lo impide. Las necrológicas son otra de las grandes especialidades de los diarios. Con mayor o menor fortuna, la muerte de las celebridades les permite hace su famoso "despliegue rápido", preparado durante meses o, en el caso de los delicados de salud más resistentes, años, con el que anonadar a sus lectores, pues el deslumbramiento rara vez lo provoca la realidad prensada. En este caso, una centenaria, la reina madre Isabel de Inglaterra, deja la escena y concita el cariño unánime, parece, de sus súbditos. Sustituir, junto a su marido, al filonazi que abdicó, está claro que era tarea delicada. Vascongaña una vez más se abre a estériles disputas sobre si a mí me amenazan más que a ti, si yo soy diana o blanco móvil, y si, como se reportajea en el cuadernillo dominical, las Vascongadas pueden constituirse en una nación independiente. En la Europa de parque temático, ¿por qué no iba a haber una nación étnica de insobornable pureza? La revitalización del turismo acabaría beneficiando no solo a las Vascongadas, en muchas calles de cuyas ciudades grupos de extras "representarían" atentados al modo cinematográfico como los extras vestidos de vaqueros lo hacen en los decorados fantasmagóricos de los estudios del desierto almeriense. Tal vez sería un camino. Porque la realidad, testaruda como ella sola, ya indica  que el terrorismo etnofascista es como la captura de alijos de droga: el cuento de nunca acabar. De todos modos, les encanta a los jefes de sección poder "agrupar" noticias "relacionadas". Se nos da, así, la realidad perfectamente ordenada, no nos vayamos a confundir y creamos que los ancianos detenidos en Ceuta con 8 kilos de hachís forman parte de alguna otra representación temática. Núcleo duro de la realidad es que la administración sanitaria pleitee contra un trabajador a quien sus médicos incompetentes dejaron ciego. Condenada a pagar 60 millones de pesetas, ¡aún colean las pesetas!, la Administración catalana se rebela contra la sentencia y lucha con todos sus medios para impedir ese pago. La pregunta demagógica, pero real, es ¿qué significan esos 60 millones entre los cientos y miles que destinará la Generalidad a la publicidad de su obra de desgobierno para intentar que Mas sea elegido Muy Honorable? De paseo por la realidad salmón, a Clonista le choca que en un espacio tan distinguido haya una sección específica titulada Dinero, cuando en todo el cuadernillo no se habla de otra cosa. A Clonista le ha llamado la atención el aire mistérico de la ciencia mágica de la economía, y promete interesarse más por esas cuentas de resultados, esos valores, esas tecnocracias varias. La contraventana es la viva imagen de José Oneto en clon femenino que ha conseguido el no va más de la abogacía. Excesivo para Clonista, solicitado por urgencias gastronómicas.