17-3-02
De nuevo un
domingo exhalado. El cultivo de la amistad, las correcciones, un entrenamiento
corto y Clonista ni siquiera ha tenido tiempo para hacerse una composición de
lugar, de ese lugar particular que es la realidad esquiva e indomable. Desde el
lunes esclavizado, el día de hoy tiene una rutina tan hecha de resúmenes y
explicaciones que la realidad se vuelve artículo de enciclopedia. Imposible
leer el diario con el rigor que exigía Sanguinetti, y menos cuando ni tiempo
hay para abrirlo, y no es exageración. La gran cumbre quedó en pequeñas
palabras. Mucho ruido y pocos logros. Y ahora viene el juego de la
propaganda. Se oirá de todo, se oye ya
en las declaraciones de ayer recogidas hoy –curioso puente de jornadas: el
sábado la acción, el domingo la recolección y el lunes la clónica-. Éxito o
fracaso. Algunos miembros de la realidad, los humanos por lo menos, somos
proclives al extremismo, y cualquier realidad tendemos a verla enseguida en
términos de contraste marcadísimo que luego, al contacto con otros aspectos de
ella, se diluyen o atenúan. Realidades, que no realidad, sería un plural
definitorio de lo que pretende esclarecer esta clónica. La venta de niñas
marroquíes en matrimonios concertados por los padres es una tradición
transcultural que nadie estará dispuesto a aceptar como un rasgo cultural en el
que el Estado no tenga nada que decir, aunque el Clonista sabe que se equivoca.
El calvario de esas inocentes no puede acabar convirtiéndose en una realidad
paralela que no se roce con la que afecta al común de la sociedad. ¿Qué saldrá
de ese choque? Quien ha chocado con lo
inverosímil ha sido Lluís Llach, a quien los policías le tomaron prestado su
himno L’estaca para usarlo en una
manifestación reivindicativa. El hombre, que aún no ha salido de su pasmo
atiplado, se descuelga con una prohibición de que sea cantado por cualquier
cuerpo policial. Lo de la propiedad intelectual a veces puede producir algún
desvarío. Clonista supone que, tras la prohibición expresa, la única manera de
llevarla a cabo será cortándoles la lengua a los cantantes policiales, ¿o hay
otras? Noticias así alegran, qué duda cabe, la faz de la realidad, de por sí
tan normalmente avinagrada. Y las páginas salmón de la economía Clonista las
pasa al galope. Sabe que allí dentro bullen en buena medida los más serios
condicionantes de lo real, pero quizás en otra ocasión se pasee por esas
páginas descoloridas a la búsqueda del imposible retrato completo de lo real. Clonista,
en su juventud tan aficionado a las noticias truculentas, su verdadera escuela
de psicología, se estremece ahora, sin embargo, cuando lee la sentencia de 25
años de presidio al soldado profesional que arrancó con sus dedos ambos ojos a
una joven que no accedió a tener relaciones sexuales con él. La música
celestial de la semana laboral de cuatro días, propugnada por UGT en su último
congreso, le parece a Clonista el objetivo social más importante desde la
conquista de las 8 horas de trabajo. Ninguna recompensa mayor que el tiempo,
ciertamente.